Mi último día de vacaciones en Puerto Vallarta. Lo que fuera hace unos 30 años un pueblito pintoresco, ahora es de todo: un importante puerto, uno de los principales destinos turísticos de México, un desarrollo enorme de resorts y espacios para convenciones, una oferta gastronómica del más alto calibre y ahora, una reunión de spas con todo tipo de técnicas e instalaciones especializadas.
Cuando salgo de vacaciones, soy de los que siempre están buscando gimnasios y spas, para mi es muy importante la relajación y poder sentir que realmente me estoy desenganchando del negocio lo cual, en mi caso al menos, debe de ir en nivel mente así como en cuerpo. Frecuento Vallarta en promedio una vez por año y he sido testigo en los últimos 24 años de cómo ha crecido la oferta de spas y masajistas locales. Creo que actualmente se está viviendo su mejor momento ya que no sólo hay spas independientes en la ciudad, sino que también los grandes hoteles han invertido en espacios tan sofisticados que no le piden nada a instalaciones en Las Vegas, Bangkok o Miami.
En esta ocasión estuve en el Hotel Sheraton Buganvilias y su spa «Maiavé» tiene unos dos años de apertura. ¿Qué les puedo decir? Es fantástico, en verdad me ha parecido impecable no sólo en limpieza e instalaciones, sino también en el trato del personal. Las atenciones recibidas realmente te hacen sentir que estás en un espacio protegido, ajeno al mundo exterior. El año pasado pude tener un tratamiento aquí y quedé tan complacido que repetir esta vez era un anhelo desde semanas antes de llegar. Sin embargo, ahora en su menú de servicios me ofrecieron una nueva terapia acuática llamada «Janzu». Yo había escuchado una conversación en el pasado acerca del «Watsu» (Water + Shiatsu), pero al parecer esto era totalmente distinto. Así que de inmediato les dije ok e hice mi reserva.
Hace unas horas que recibí mi Janzu y fue tal mi experiencia que ahora estoy escribiendo al respecto. Para empezar, el Janzu es una técnica terapéutica de origen hindú y su esencia yace en el poder curativo del agua. Se tiene que hacer en una alberca climatizada a una temperatura de unos 30 a 32 grados celsius. En algunos lugares del mundo lo hacen al aire libre en lagos o ríos (!!!). Debe de ser desempeñado por un terapeuta entrenado el cual te guiará en una serie de movimientos rítmicos y de trayectoria a lo largo de la alberca. Durante el proceso, deberá haber una sincronía colaborativa del cliente con el terapeuta en cuestión de movimiento y respiración ya que una buena parte de la sesión será llevada a cabo sumergido. (Te proporcionan un clip para la nariz).
Debo admitir que al inicio del ciclo me desconcerté un poco sobre la dinámica que seguiría, pero eventualmente pude agarrar literalmente «la onda» y fluir en el tratamiento. Mi terapeuta se llama Arturo Aguilar y él fue entrenado por uno de los colaboradores de quien originalmente trajera esta técnica desde la India a México, Juan Pathik Villatoro. Arturo me pudo dar una inducción de lo que se busca lograr con el Janzu (palabra que en chino significa «río pacífico») y simbólicamente te exhorta a desconectarte de tus preocupaciones en el agua, como una metáfora de «limpieza interior», a la par que incentiva el pensamiento reflexivo en un efecto de regresión al lugar donde no hay problemas, no hay prejuicios, no hay nada más que la calidez y el cuidado de una madre; su vientre. Por esta razón, el efecto del Janzu puede ser desde terapéutico en función de dolor y tensión muscular, migrañas y stress; hasta una experiencia genuinamente liberadora y transformadora.
Sin duda mi experiencia fue una de resultados holísticos; pude llegar en medio de los movimientos, la temperatura del agua y la iluminación en la alberca a un nivel de introspección y de meditación profunda. Creo que el hecho de que yo tenga años de practicar la natación ayudó muchísimo a elevar el resultado ya que en lugar de estar distraído con la respiración, yo estaba más bien arribando a un momento de consciencia que pocas veces he sentido. En momentos de la sesión me encontraba levitando en el vacío, sujeto tan sólo de los tobillos por Arturo y pensando en las cosas de las que puedo prescindir en la vida, ya que me di cuenta de que son ésas las que determinan el verdadero lujo/confort y no las que poseo, como nos han enseñado a pensar.
Al término de la sesión, yo me sentía revitalizado, en mis pensamientos y en mis músculos. Rejuvenecido y alerta gracias al espíritu del agua. Ahora entiendo porqué le llaman al Janzu la terapia del renacimiento. No sé si sea algo universal, pero decididamente creo que debería de ser algo que todos tratemos al menos una vez. Le agradezco a Arturo su indispensable participación en mi experiencia Janzu y espero que pueda repetirla en el futuro muy próximo.