Me confieso fan de Madonna desde que tenía tan sólo trece años. Por décadas este ícono del pop me ha ido acompañando en todas las fases de mi vida y muy en especial durante la primera parte de la década de los noventa. Yo la veía bailar y ejercitarse y cambiar de imagen y luego volver a sorprenderme y a agarrarme desprevenido. Sin embargo, siempre lograba fascinarme y enamorarme de ella una y otra vez. En verdad que en todo su camaleónico esplendor jamás me cuestioné su edad, mucho menos su envejecimiento.
Durante los ochenta ella competía en una arena mediática del pop que incluía a números tales como Prince, Michael Jackson, Whitney Houston, George Michael, Tina Turner, Cyndi Lauper, entre otros. De éstos que menciono sólo quedan vivos Tina y Cyndi. Tina Turner ya era «una mujer de cierta edad» en esa década y mantuvo el tema de su apariencia como un tema orgánico que seguiría su desarrollo con los años hasta el día de hoy que, ya con un trasplante de riñón y varios padecimientos, se ha retirado por completo de la vida pública a sus 83 años. A pesar de este auto exilio, en 2021 fue nuevamente incluida en el «Rock & Roll Hall of Fame», convirtiéndose en una de las tres mujeres que lo han logrado dos veces en la historia. Aunque no hay muchas imágenes actuales de ella, a través de sus libros, la adaptación de su vida en un exitoso musical, ella encontró un camino para trascender aún en su edad de oro. Al igual que en el caso de Madonna, yo nunca sentí que el envejecimiento fuera un tema que le afectara. En especial con Tina que con su optimismo y su energía positiva tan radiante se alejaba tanto del concepto de «expiración».
Cyndi Lauper no tuvo una carrera tan prominente como Madonna y Tina una vez pasados los gloriosos ochenta, al grado de haber aparecido con Trump en su programa «Celebrity Apprentice» en una de las temporadas. Muchos desconocen el hecho de que Cyndi Lauper es cinco años mayor que Madonna y que ha optado por una vida profesional menos pública, como explicaré más tarde.
Es un hecho que a pesar de ser más joven que Tina y Cyndi, Madonna ha escalado a un nivel de crítica extrema por la metamorfosis tan fuerte a la que sometió su cuerpo y rostro. Hay implantes de glúteos (y no pequeños), hay implantes de senos y de mejillas, hay botox, colágenos, restiramientos faciales, fillers, rinoplastías, de todo. En ella hay cerca de un millón de dólares en procedimientos pero, ¿cuál es el objetivo y cuándo es suficiente?
La obsesión de permanecer joven ha acompañado al ser humano, en especial a las mujeres, históricamente. Esta misma obsesión es la que ha alimentado a esta forma de discriminación que llamamos «edadismo» en la que las personas van adquiriendo una vulnerabilidad social y laboral por encima de la física conforme avanzan los años. Por esta razón concuerdo y admiro el comentario que Madonna diera al recibir su premio de la Mujer del año Billboard 2016. En este discurso que dio hace siete años, cuando tenía 57 de edad, ella dijo que estaba acostumbrada a causar polémica y conmoción pero que sin duda su más controversial acto fue el no haberse muerto y seguir aquí con nosotros.
Fue revelador y a la vez tajante al atacar de frente al problema y anticipando la discriminación que vendría para ella en los años subsecuentes, dado que planeaba seguir apostándole a vivir. Es posible que en el caso de Madonna, así como el de Cher, Tom Cruise y much@s cantantes, actores y actrices más, el permanecer jóvenes les permita continuar relevantes en el negocio y producir dinero a los estudios y disqueras. Pero eso es en el mundo del espectáculo y los superstars. ¿Cómo funciona en el mundo de los mortales?






La nueva era digital nos ha entregado aplicaciones como Zoom, Tik Tok, Instagram y You Tube a través de las cuales promovemos todo tipo de productos, servicios así como nuestra misma persona. Miles de usuarios crean sus canales de videos, sus cuentas con un alter ego fabricado o su propio perfil, con tal de mostrarnos quiénes son, qué venden, qué recomiendan. Esto ha obligado a un mayor tiempo de convivencia con la pantalla y a muchas personas les ha evidenciado sus «imperfecciones» o «áreas de mejora» en el rostro y en el cuerpo, lo cual las hacen creer que necesitan atendérselas a base de procedimientos invasivos y con frecuencia, innecesarios.
Esta falsa necesidad de querer homologarse a una apariencia Kardashian o Efron o la de algún personaje de comic, se le denomina «Dismorfia Zoom» o también DDC, «Desorden de Dismorfia de Cuerpo». Estos desórdenes son, así como algunos del orden alimenticio, generados por una distorsión de la percepción en la que una pequeña protuberancia se conviertirá en una montaña en la cara o una arruga parecerá un filón saqueado. La pregunta que me surge tiene más que ver con el origen de esta dismorfia: ¿es causada por el temor a la discriminación etaria por parte de la sociedad y/o los empleadores o lo es debido a una insaciable aspiración a la perfección?
Es entonces que esta nueva sociedad armada de cámaras y lentes que cosifican a sus usuarios en contenidos de auto-promoción, va anexándolos a este culto de la eterna belleza y la demonización del envejecimiento. Algo ha cambiado: en la era de los boomers, la belleza podía resultar una mala jugada de la vida ya que facilitaba ser el objeto de persecución y luego victimización. Por ejemplo, para una mujer bella y con aspiraciones, su belleza resultaba un obstáculo y muchas veces, su perdición. La serie de «Mad Men» recrea a la perfección esta realidad. En nuestros días, la belleza puede llegar a ser administrada, su adecuada gestoría puede ser capaz de traer independencia, beneficios y poder. Esto es aún más cierto cuando viene acompañada de otros talentos. Sin embargo, la belleza y la juventud que empodera a sus tenedores no debería ser la discriminación de los demás. De hecho, la edad es un privilegio que muchos no van a disfrutar, toma su mérito llegar a viejos.
Mientras hacía investigación para escribir esta entrada, hice un ejercicio sobre aquéllos que respeto y estimo: ¿lo hago por cómo se ven?. Terminé entendiendo que lo que me hace disfrutar más a estas personas son sus personalidades, sus pláticas y sobre todo, que traen a mi vida alegría y conocimiento.
¿Qué habría sido de Marilyn Monroe si hubiera vivido hasta su vejez? ¿Le habrían perdonado esa gran falta, la de envejecer? Parecería que tan sólo hace medio siglo, la muerte era la mejor estrategia de las celebridades para permanecer eternamente jóvenes. Ahora ya no es necesario morir, basta con encontrar un buen cirujano y un equilibrio entre percepción y realidad. Hice mención a Cyndi Lauper anteriormente, me llamó mucho la atención el camino que siguió su carrera desde sus 50’s y hasta sus actuales 69 años de edad.
Cyndi Lauper nació en junio de 1953. La conocemos por sus éxitos en los ochenta. Sin embargo, en los últimos dieciocho años su carrera tomó un giro distinto: fuera de reflectores, fuera de los tik toks y los reels, fuera del quirófano. En 2005, a sus 52 años, debutó en Broadway con «The threepenny opera» y al año siguiente fue integrada al «Long Island Music Hall of Fame». En 2010, a sus 57 años, emprendió una fundación llamada «True Colors United», la cual tiene el propósito de impulsar la igualdad para la comunidad LGBTQ.
A sus 60 años, en el año 2013, ganó el Tony por su obra «Kinky Boots» y esto marcó un hito ya que era la primera vez que una mujer escritora ganaba este premio por sí misma, esto es, sin un colaborador incluido. Antes de su última función en 2019, «Kinky Boots» había generado $297 millones de dólares en entradas y ocupando el lugar 25 en los shows más longevos de Broadway. En 2016 produjo su último álbum, «Detour» y en 2018, a sus 65 años, recibió el «Icon Award». Me queda claro que ella le dio más prioridad a cambiar el mundo que a cambiarse a ella misma. Aquí unas imágenes que la retratan en estos años claves de su trayectoria después de sus 50 años de edad:








¿Es posible encontrar belleza en las acciones más que en la fisonomía? Si se persigue la perfección en la apariencia personal, ¿algún día cesará dado que el concepto de belleza es cambiado constantemente por la sociedad y el marketing?
Al final, nuestra valía va más allá que un look. Podemos obtener más respeto por lo que aportamos que por lo perfecto que nos veamos. Paradójicamente, casi siempre veo que los cambios radicales que las personas hacen en su apariencia involucran decisiones que se obtienen desde influencias externas y no tanto desde una determinación propia. En lo personal, soy de la opinión de que si hay algo que hace ver más viejo a alguien es su obsesión por tratar de aparentar juventud. Como sociedad quizás podamos evolucionar respecto al proceso natural del paso de los años y abrir paso a que la gente pueda seguir buscando su superación y auto realización más allá de los cuarenta años (sí, en el mundo laboral actual, cuarenta años ya es dinosaurio). Esta última hipótesis es la que constituye la cruzada de Madonna en la actualidad: ¿qué cosas se supone ya no debería hacer una persona de mi edad? ¿de acuerdo a quién o a quiénes? ¿qué me va a pasar si desobedezco? Lo único que creo es que no necesitaba cambiar un ápice su apariencia para librar esa batalla; de hecho, la tenía ganada desde antes de iniciarla. De cualquier manera, ¡me subo al tren y que cada cual disfrute la vida sin impedir que los demás lo hagan también!