Los noventa fue la época en que me tocó experimentar mi salida de la adolescencia y el movimiento sexual gay era bastante tapado. El ser gay era algo underground y mientras los heteros tenían clubes, bares y antros bien delineados en función de su predilección de ambiente social y musical (pop, peñas, disco, rockero, arrabal, vaquero, fresas, unis, etc), para la gente gay sólo había un número muy limitado de lugares que actuaban como un gran crisol gay en el que lo único que la gente tenía en común era el gusto por su mismo sexo, independientemente del tipo de música que hubiera. Entonces vaqueros, obreros, fresas, cacos, musculocas, chichifos y lo que gustes asistían a un solo lugar no necesariamente a bailar, sino a ligar. Por esta razón era tan difícil que las relaciones duraran, debido a tanta mezcla de intereses, con frecuencia no tan en común. Si a eso sumabas el enorme estigma de las letras escarlata SIDA del momento, salir del clóset era prácticamente recibir el beso de Judas. Hoy día, la tecnología y la apertura social han convertido a las apps de ligue en los nuevos antros, con mayores posibilidades de éxito sobre lo que se busca: desde algo de ahorita para ahorita hasta una relación de largo plazo.

Aún en aquel momento, el sistema socio-sexual binario era lo que regía y cualquier cosa que se saliera de los estándares de hombre-mujer era innombrable, reprobable y señalado. Debido a que las personas subordinadas al concepto de la pirámide social no sólo seguían este sistema, sino que eran también la mayoría, el condenar cualquier comportamiento diferente al convencional era obligado. Resultaba más sencillo bloquear y cancelar que educarse en prácticas de empatía, entendimiento y tolerancia, que aparte de innecesarias, daban miedo.
Las cosas han cambiado mucho desde los setenta y ochenta y ahora existe más exposición a estos temas, lo cual ha traído avances muy positivos en materia de derechos humanos e igualdad de género. Ahora ya podemos ver que la comunidad se denomina LGBTQ. Las primeras tres letras son ya bastante difundidas y entendidas. La cuarta letra tiene aún sus aprendizajes. Por ejemplo, muchos no saben a lo que «Transgénero» se refiere realmente y mucho menos entonces, lo que «Cisgénero» significa. Yo, por ejemplo, no sabía que esta palabra existía, sólo tuve noción de ella hasta 2020. Entonces una persona transgénero es alguien que no se siente identificada, parcial o totalmente, con el género con el que nació; por lo cual, esta persona tratará de adoptar el sexo opuesto ya sea en vestimenta, lenguaje no verbal, arreglo personal, modismos e incluso anatomía. Cisgénero es lo opuesto, tomando en cuenta que una persona gay puede ser cisgénero y que una persona transgénero puede ser heterosexual también.
Sabiendo esto, ¿qué pasa si una persona no está satisfecha con el sexo que nació pero que no necesariamente desea metamorfizar hacia el sexo opuesto? Es aquí donde entra la letra Q en LGBTQ. Queer. ¿Qué significa «queer» en inglés? Realmente significa «raro», «peculiar». Solía ser un apelativo despectivo dirigido a personas no tradicionales. Podían ser chicas «tomboy», chicos afeminados, incluso llegó a ser aplicado a personas en relaciones interraciales. Los señalamientos y prejuicios estaban a flor de tierra. Cuando me vi en duda sobre lo que en realidad significa ser «no binario»versus queer fue cuando decidí adentrarme en el concepto un poco más dada la evolución del concepto.


Las personas no binarias no se describen a sí mismas bajo términos de género binario (hombre o mujer, masculino o femenino). Tampoco tienen por qué definirse como homosexual, bisexual o heterosexual, lo cual corresponde a la orientación sexual, la cual es diferente a la identidad de género. “No soy ni niño ni niña, pensé que era niño, porque no soy del todo niña. Pero tampoco soy niño”, comparte la fundación Marie Stopes sobre el caso de un menor de 10 años, que nació con genitales femeninos, y a sus 10 años, empezó a hablar abiertamente de con qué se identificaba y con qué no en términos de género. Es así que «no-binario» es parte del espectro «queer». Entonces, ¿qué es «queer»?

En esta publicación argentina definen «queer» de esta forma:
«Cuando se habla de queer, se trata de personas que rechazan todo tipo de clasificaciones hegemónicas del sistema binario varón/mujer. Este término se refiere a la teoría que rechaza categorías estancas respecto de la sexualidad, la orientación sexual, la identidad de género, etcétera.
El término queer hace referencia a todas aquellas personas que sienten, viven y se identifican no por su género o su orientación sexual. Como movimiento teórico y político, promueve vernos y relacionarnos como personas y no sólo bajo las categorías de varón, mujer, heterosexual, homosexual, transgénero y bisexual, entre otras, que de alguna manera limitan la expresión de la diversidad sexual. En este sentido, lo queer plantea el derecho de todas las personas a la autodeterminación de sus propias vidas y a ser felices.»
Así que el conjunto «queer» era formado por tanta gente que no podía expresarse como era debido a los convencionalismos y castigos sociales. Esto hizo mucho daño en el tejido social y familiar ya que muchas personas elegían vivir un concepto de sexualidad aceptado con tal de no truncar sus oportunidades laborales o simplemente, para evitarse sufrimiento ocasionado por el ostracismo social e intrafamilair al que serían sometidos; nadie quería correr el riesgo de convertirse en un paria gratuitamente. Entonces las vidas secretas y las dobles vidas eran la realidad de los integrantes de muchas familias, algo que sigue sucediendo en muchas sociedades aún.

Sin embargo, en los países donde la apertura a estos temas ha circulado con mayor aceptación, las cosas se han salido de contexto, originando oportunismos y exigencias a tal nivel que la sociedad ya no sabe cómo reaccionar por la urgencia con la que está siendo presionada. En lo personal, también tengo mis reservas sobre el alcance al que se ha llevado este asunto el cual, está rociado de áreas grises y de confusión. Si alguien es no-binario, entonces pertenece a esa Q del queer universe y estoy de acuerdo con eso, pero ¿qué hay de todas las variantes conductuales? Con tanta ambigüedad y amplitud que conlleva el término, cualquiera puede ser queer. Nos dicen que «son identidades que se centran en el sentir, en el ser y en el vivir; en la vivencia interna e individual del género, del deseo y del amor tal como cada persona la siente.» Entonces esto va más allá de una simple orientación sexual. Esto va hacia cómo cada quien vive su sexualidad. Si eres practicante del poliamor, o eres intergénero, agénero, bigénero, género fluido o pansexual, entonces caes en la Q. Han hecho caso en EUA a estudiantes niños o teens que ¡dicen ser gatitos! y les ponen cajas de arena en las escuelas y los clasifican como Q. A este punto me llega la letra Q como la etiqueta auto-asignada por los que no quieren ser etiquetados.



Ahora todo mundo quiere ser único y respetado y vulnerable y ofendido y demandante y muchas cosas más. Y como digo, hay una confusión de que si soy hetero y estoy teniendo relaciones con alguien que es gay, entonces soy «duárico» y entonces soy Q. Si un hetero le pide a su novia que le inserte un dildo, entonces es Q. Si alguien tiene una pareja y dos amantes aparte, entonces es Q. Si un matrimonio abre su relación, entonces son Q. Si alguien es demi-sexual (no quiere tener sexo con nadie), entonces es Q. Si son una pareja de sexos opuestos pero son bisexuales, entonces se auto-proclaman «teánica» y entonces son Q. Si es heterosexual pero le gusta vestirse de mujer, entonces puede ser Q antes que T. Si se deja la barba y no se depila pero usa vestido y tacones, entonces es Q pero no T. Un marido cuckold es Q y probablemente lo sea también su mujer. La realidad es que prácticamente el 80% de la población adulta tiene algún fetichismo, maña o preferencia sexual que trasciende a la posición del misionero o la de perrito; y entonces, ¿ya por eso son queer? A este paso, mucho antes de que llegue el 2030 absolutamente todos vamos a ser queer. El lado amable de esto es que la gente podrá con más seguridad y menos vergüenza dejar de considerar como un secreto oscuro y perverso lo que quiere del sexo y simplemente pedirlo y por ende, obtener lo que desea de él.


Alguien una vez me preguntó cuál creía yo sería el parámetro para determinar que una persona fuera considerada promiscua. La definición de promiscuidad en el diccionario es:
1. Conducta o comportamiento de la persona que cambia con frecuencia de pareja sexual buscando únicamente el placer.
2. Mezcla o confusión desordenada de cosas diversas.
La respuesta que di a esa pregunta fue: «supongo que cada quien llamará promiscuo a todo aquél que tenga más parejas sexuales que sí mismo».
Años después, me pregunto ¿sería entonces erróneo que a alguien que se defina como pansexual, fluido, poliamoroso y/o en relación abierta se le llame queer y a la vez promiscuo? ¿Son todos estos nuevos motes una estrategia para suplantar calificativos del siglo pasado que señalaban estas conductas como un ataque derogatorio al carácter de los individuos? Quizás en escritura y ficción vayamos a seguir utilizando palabras como promiscuo, desleal, reacio al compromiso, infiel o caliente; pero de ninguna manera en dinámicas personales.

Profundizando en esta nueva susceptibilidad a la ofensa, nos presentan los pronombres y las formas en que los miembros de la Q, en especial los no-binarios, quieren ser llamados. En lo personal no tengo ningún problema en usar pronombres femeninos o masculinos, según sea el caso, para las y los T. Es lo menos que podría hacer dado el grado de compromiso personal que tienen para realizar su transición hacia el sexo opuesto. Mi bronca viene con los pronombres de la Q: LatinX, elle, le, elles, Miú, todXs, todes, etc. No sé si estoy muy chapado a la antigua, o si le tengo mucho cariño al idioma, o si de plano necesite desaprender cosas inculcadas durante mis etapas de formación y crecimiento; es sólo que dar cabida a tanto detalle me descoloca un poco, ya que hay gente muy novedosa que pide se usen pronombres especiales con ellos para adjudicarse una importancia que no pueden obtener de un modo más orgánico o meritorio. Supongo que de ahora en adelante le preguntaré a tod@ aquelle que interactúe conmigo su nombre y así evitarme correcciones.
Es un nuevo mundo, pero en definitiva lo prefiero a lo que teníamos antes. Aún existe mucha gente que no entiende y no desea entender nada de la nueva realidad sexual de la población. Lo importante es que estas personas no sean las que estén en posiciones de tal poder como para determinar cómo debemos ser y vivir a través de las legislaciones y las reglas retrógradas que elles impongan, porque de eso de andar supeditando nuestros placeres a las autorizaciones de terceros, desde el siglo pasado ya estamos hasta la madre.
