Food 4 Thought, mexico, Self-improvement, sociedad

EP119: El peor enemigo de un mexicano es…

Como es costumbre en cada Copa del Mundo el equipo mexicano fue descalificado más pronto de lo que esperábamos. De volada salieron encuestas por todos lados sobre quién fue el culpable, quiénes deberían ser los recipientes de la ira nacional y desaparecer de la faz de la Tierra. Ya leí comentarios por todas las redes denostando a cualquier nombre se les puso enfrente, igual que como cada cuatro años sólo que con nombres diferentes. Lo que es constante es nuestra insistencia en sentirnos menos y culpar a todo mundo de nuestro pesar de ser mexicanos, de nuestra vergüenza de ser mexicanos, o de ya no sé qué cosa. Lamentablemente esta actitud se replica no sólo en el ámbito deportivo de campeonatos mundiales u olimpiadas. Esto lo vemos cada día 365º en todos los ámbitos y quise tomar el tema por lo desgastante que se ha tornado.

Poquito antes del Mundial, lo vi con las historias del actor Tenoch Huerta y su reciente fama internacional. El tiene cuarenta años de edad y más de la mitad de su vida tratando de armarla en el mundo de la actuación. Finalmente encontró la oportunidad soñada con su participación estelar en el último éxito de los estudios Marvel, «Black Panther: Wakanda Forever». Recibió muy buenas críticas en Estados Unidos y otros países, de pronto Tenoch fue invitado especial a todo tipo de canales y shows diurnos y nocturnos para dar entrevistas dado su gran ejemplo de persistencia, talento y disciplina. Así fue en todos lados, menos en su propio país. Aquí vimos opiniones relacionadas con «golpe de suerte», con que le ayudaron por sus facciones étnicas requeridas para su personaje pero que su carrera no dará para más; incluso con que sus sacrificios para estudiar actuación de joven son los mismos que hacemos todos por cual no hay gran mérito en su éxito actual. Leí de todo. Luego me acordé de otras personas que han sufrido el mismo tratamiento: Yalitza Aparicio, Eugenio Derbez, Alejandro González Iñárritu, Guillermo del Toro, Salma Hayek, Omar Chaparro, Donovan Carrillo, por lo general mexicanos que tienen exposición y éxito más allá de nuestras fronteras. Estos nombres son distintivos porque están en boca de todos, son figuras públicas y en muchos casos, su fama ya rebasó los quince minutos. Pero qué tal los casos de éxito del día a día, los que suceden en oficinas, fábricas, equipos deportivos locales, dependencias de gobierno, escuelas. No puede alguien demostrar talento, conocimiento, integridad o carácter porque de inmediato se convierte en blanco de ataques. Desde chismes hasta trampas. No soportamos que otra persona sea más preparada o más talentosa, y antes de querer tomar su ejemplo como inspiración, preferimos cancelar o minimizar sus logros y así sentirnos resguardados en nuestras zonas de confort.

Esa famosa frase de que «el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano» la retenemos en el idioma de forma maliciosa y nociva generación tras generación. Me llamó la atención que recientemente tomó algo de fama debido a la persona que la invocó ante los medios: André-Pierre Gignac, delantero francés de Los Tigres de la UANL. El admite sentirse ya mexicano, es uno de los mejores jugadores de la Liga Mexicana, y este comportamiento nacional no le pasó desapercibido. Publicó este twit el año pasado exhortando a cambiar la actitud después de un desempeño no tan ganador contra el Bayern München:

No hay un origen determinado de esta frase o prueba sobre quién la haya acuñado, simplemente ha pasado la prueba del tiempo y se convirtió ya en parte de nuestra idiosincracia. Parecería como si estuviera adherida a nuestro ADN. Básicamente, la frase alude a la idea de que los mexicanos somos incapaces de sentir alegría o respeto por el éxito de nuestros compatriotas y por lo tanto, optamos por boicotearlo o minimizarlo. ¿Será verdad? Difícil decirlo, pero también es cierto que no son raras ciertas situaciones:

  • Empleados que revelan sus aspiraciones corporativas y después de años nunca se les concedieron.
  • Familiares que deciden contratar o comprar productos y servicios a otras personas.
  • Conversaciones que atribuyen el éxito de otra persona a nepotismo, herencia o hasta favores sexuales.
  • No aplaudir en los festivales escolares a los hijos de los demás.
  • Jefes que ponen trabas al subalterno que muestra la capacidad como para tomar su puesto.
  • Quinceañeras criticando la fiesta de otra porque le pareció mejor que la suya.
  • Personas señalando al carro nuevo de su vecino como «no tan bonito» o «he visto otros más chidos»
  • Hombres haciéndole avances a la novia de otro que ven como competencia.

Podría hacer diez bullets más sin problema. Incluso leí un comentario en un foro sobre este tema. Decía que hubo una vez un estudio donde preguntaban al encuestado si preferiría que él y todos sus vecinos ganaran el doble o bien, ganar lo mismo siempre y cuando ninguno de sus vecinos ganara más que él. La mayoría optaba por la segunda propuesta. Es una envidia insidiosa pero que cedería si tuviéramos la convicción de que como país, seríamos más grandes si nos diéramos cuenta que el peor enemigo de un mexicano no es otro mexicano, sino el gandallismo, la deshonestidad, los atajos perniciosos, la pereza, la renuencia al conocimiento, la corrupción… el ego. Algo que sé de cierto respecto a esta frasesita tan nefasta es que estas situaciones no son exclusivas de México puesto que EN TODOS LOS PAISES SUCEDE. Los mexicanos no somos los dueños del monopolio de la envidia ni del schadenfreude, en todo el mundo hay personas que se manifiestan igualito. ¿Puede un millonario experimentar envidia? Indudablemente. De hecho, podría casi afirmar que son a los que más les sucede. La virtud debería ser en esencia fácil de alcanzar porque el simple intento de hacerlo cada día es en sí un círculo virtuoso. Ojalá celebráramos más a la gente que elige poner el nombre de México en alto, dentro y fuera del país. Mientras más casos de mexicanos exitosos hayan, mientras más historias de éxito y autorealización encontremos; más motivados nos sentiremos como nación a pensar que es posible crecer y ser mejores. Ojalá hubieran más Yalitzas, Guillermos y Donovanes triunfando por todo nuestro país y en muchos más. Ojalá que hubieran más mexicanos famosos por sus méritos académicos y profesionales y no por sus crímenes. Sé que es un comentario idealista, lo sé. Es sólo que de esa historia de los cangrejos en la cubeta ya estoy hasta los huevos.

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