¿Alguna vez has pensado en donar dinero en grande? Cuando digo «en grande» me refiero a donar a alguna Institución sin fines de lucro más allá del 5% de tu ingreso mensual. Para algunos sonará como un disparate, una imposibilidad; pero hay quienes dirán que ese porcentaje hasta se les hace bajo. ¿Qué diferencia hay entre altruismo y caridad? La palabra «altruismo» proviene del latín «alter», que significa «otro». Así que alguien que hace algo por el bien de otro(s) sin la intención de auto-promoverse o procurarse un bienestar interno. En otras palabras, ayudar al prójimo aunque nadie esté viendo, incluso, en anonimato. De esta suerte, la ayuda altruista debe contar con tres requisitos:
1) Voluntaria
2) Efectuada sin interés por recibir alguna recompensa interna o externa
3) Con la intención de elevar el bienestar de los demás.
Así que el altruismo se convierte en una relación en la que no hay diálogo, es menos personal y por ello requiere mayores esfuerzos para obtener recompensas. En la caridad, en cambio, existe un diálogo continuo que genera una relación sostenible y duradera. Involucra esfuerzos constantes y prolongados donde el efecto es menos instantáneo y más allegado a ser parte de un estilo de vida. Me viene a la mente el caso del gran secreto del cantante Prince que no salió a la luz hasta que murió. El donaba constantemente grandes sumas de dinero a múltiples organizaciones sin fines de lucro. Escuelas, Asociaciones, Hospitales, Centros de Rehabilitación, etc. La única condición que les ponía para hacer los donativos era que su nombre permaneciera siempre anónimo. No fue hasta que murió que comenzaron a colarse reportes de estas acciones y ahora ya es del dominio público, pero Prince nunca recibió ningún tipo de reconocimiento o tributo por sus actos de caridad. ¿Qué fue lo que lo motivó a hacer semejantes acciones?
Existen varias teorías acerca de los motivadores del altruismo: los evolucionistas sugieren que es algo innato para asegurar la conservación de nuestros similares (aunque ellos involucran el adverbio «genéticamente» antes de similares, algo ya no muy bien visto en estos días). Los economistas aseguran que esta ayuda se origina sólo para lograr beneficios personales o comunitarios y siempre y cuando éstos sobrepasen por mucho a los donativos mismos. Los sociólogos defienden que hay raíces cognitivas, afectivas y relacionales en los individuos y ellas los empujan a desarrollar conductas altruistas. Sin embargo, no están fuera del cuadro los intereses políticos y religiosos y quizás por esto mismo es que, para muchos altruistas, emociones como la culpa, la baja perspectiva de su propia moral y empatía constituyen el motor para aflojar la chequera. Finalmente, hay muchos casos en los que los filántropos hacen sus donativos a grupos de personas con problemas muy cercanos a casa. Esa empatía y compasión por personas que pasan por lo que ellos mismos pasaron o están pasando en carne propia o a través de alguien muy próximo, hace que salga a la luz su verdadera capacidad de ayudar.
Es verdad que ahora más que nunca prevalece la creencia de que el verdadero altruismo está tres metros bajo tierra y que hoy por hoy, toda persona que muestra caridad, lo hace sirviendo a su ego antes que a los demás. Para sentirse mejor consigo mismos, para evitar el pago de impuestos, para publicitarlo en búsqueda de likes, para quedar bien con alguna persona o alguna comunidad. ¿Cuál es la verdad? ¿Creer en la extinción de la generosidad humana o pensar que sigue habiendo gente buena en este mundo? Pero así como en el mundo capitalista de la Iniciativa Privada, en el que el principio contable del «Negocio en Marcha» asume que una empresa se abre para mantenerse indefinidamente operando, igual lo es para el mundo de las Asociaciones Civiles, en el que se fundan convencidas de que sus causas nunca se resolverán. En ambos casos, la caja registradora no dejará de sonar; para los primeros mientras haya oferta de sus productos y para los otros, gente necesitada y causas por rescatar.
Dicho esto, no puedo dejar de mencionar un caso en el que claramente el altruismo fue usado como herramienta y llevado hacia un fiasco, un abuso para sacar provecho personal. Me refiero al caso de la Fundación Trump la cual usó el dinero recaudado para la campaña política de Donald Trump e incluso hasta para contratar un retrato al óleo en gran formato de sí mismo por $60,000 dlls. La conclusión después de muchas averiguaciones fue que el Estado de Nueva York terminó obligando a la Fundación a resarcir dos millones de dólares a ocho caridades distintas de cuyos nombres se valió para colectar estos fondos. Seguramente esta Fundación fue un vehículo para construir el nombre de la familia Trump y seguir las apariencias de respetabilidad, para lo cual, cito a Jimmy Page cuando dijo «no aspiro a ser respetable, aspiro a ser responsable», algo de lo que, en mi opinión muy personal, esta familia debería aprender. Esta Fundación fue forzada a su clausura indefinida.

con donativos.
En contraparte, existen otras Fundaciones y causas muy populares, y después de la pandemia, los donativos aumentaron un 10% en general. En total se estima que en 2021 se recaudaron $54.4 billones de dólares. En esta liga comparto las 100 con mayor recaudación de acuerdo a Forbes. Todo este capital se basa en todo tipo de motivantes e intereses, pero estos números sólo demuestran que no debemos subestimar la intención de las personas y las empresas por encontrar algún tipo de alivio regalando dinero.
¿En verdad será el altruismo un monopolio de los ricos? ¿Será posible que en comunidades o estratos sociales de bajos recursos existan conductas altruistas? De acuerdo a un estudio publicado por La Biblioteca Nacional de Medicina, existe poca evidencia (y esperanza) como para asegurar que en estas comunidades se puedan construir lazos de amistad entre sí que alienten a los individuos a cometer actos altruistas rutinaria y voluntariamente, aún y cuando no se trate de dinero lo que se comparta, sino tiempo y participación en trabajo social comunitario. Sin embargo, en estos casos, las excepciones son esenciales y de gran inspiración cuando damos con ellas.

Así que, ¿existe entonces el verdadero altruismo? Supongo que sólo puedo concluir que la respuesta está en cada uno de nosotros. Si nunca hemos participado donando dinero a ninguna causa o persona, pues algún motivante debe haber también para ello. Pero cuando sí lo hemos hecho, vale la pena auto-cuestionarnos el porqué lo hicimos, por quién lo hicimos, por cuánto dinero lo hicimos pero lo más importante, cómo nos sentimos después y si lo volveríamos a hacer. Si lo que hay después de donar es arrepentimiento, queda respondida la pregunta. En lo personal, sí creo que existe el altruismo, no obstante, no paso de largo la distinción entre «altruismo» y «verdadero altruismo». El primero tiene alta carga de interés personal o utilitario involucrada y el segundo ahonda en la noción de que la gente ayudará sin esperar nada a cambio. Sin embargo, el verdadero altruismo, el que es desinteresado y tan escaso, no implica que la humanidad esté plagada de monstruos egoístas, pero sí indica que en este respecto somos muy selectivos en nuestra humanidad y tendemos a ser benévolos hacia la(s) persona(s) específica(s) que despierta(n) una emoción muy cercana a nuestro corazón.