Estoy de plácemes… ¡100 entradas en El Eco Personal! Bueno, he aprendido mucho de cada tópico, sabía que escribir abría el alma pero jamás pensé a qué alcance. He reído, he llorado, he berreado y me he alegrado escribiendo estas entradas desde hace tres años. Lo único que se me ocurre hacer es seguirle, así como las Bad Bitches de las que voy a escribir hoy.
Será que es el establecimiento pero, ¿a poco no sucede que a las mujeres en el entretenimiento se les pide mucho más que a los hombres? Ellas se tienen que reinventar a cada momento, tienen que superar su última hazaña o la de su principal rival artística. Aprender coreografías nuevas, cantar nuevas canciones, y pobres si deciden amenizar el medio tiempo del Super Bowl, pueden hasta perder la carrera (pregúntenle a Janet Jackson). Me sigo preguntando porqué Justin Timberlake salió ileso de ese incidente e incluso de su propio performance cuando fue su turno en exclusiva. De hecho, tanto Maroon 5 como The Weeknd o Bruno Mars por alguna razón presentaron shows que palidecieron junto a los de Lady Gaga (quien se lanzó al vacío desde el tope del estadio), Katy Perry (que voló alrededor de todo el estadio), JLo (que se aventó una exhibición de tubo que ya quisiera Adam Levine y todos sus tatuajes siquiera intentar) o Madonna (que hiciera su entrada triunfal como faraona en desfile).
Creo que la imagen evolutiva de la chica buena que se va transformando en mala culmina en una posición de poder aspiracional como el que han logrado las arriba mencionadas junto con sus pares Beyonce, Rihanna, Taylor Swift, Selena Gomez y en otros ámbitos, Kim Kardashian o su media hermana, Kylie Jenner. Mientras tanto, todas se desviven por arribar a esa metamorfosis y las que mueren en el intento…. hasta en la cárcel se podrán lamentar en ocasiones (e.g. Lil’ Kim)
La chica buena que gana su poder al completar su evolución hacia la Bad Bitch tiene décadas de antigüedad. Inició con Vivien Leigh y su Scarlett O’Hara, se actualizó un poco con Audrey Hepburn en My Fair Lady, misma que mató dos pájaros con la misma piedra al agregar a la caja registradora hollywoodense el concepto del «make over» pigmalionesco. Cuando alcanzó un verdadero aspecto masivo de deseo en las mujeres por convertirse en esa chica y de los hombres por alcanzarla fue con el personaje de Sandy al por fin sorprender a Danny Zuko con su transformación en Pink Lady a.k.a. Bad Bitch. Si después mandó a Danny al cuerno por machista o para divertirse más, eso queda a la imaginación de cada quien; pero a partir de ese momento, el concepto de la chica mala quedó sembrado para siempre en la cultura pop. Creo que uno de las representaciones más rebuscadas de este concepto se alcanzó con Sharon Stone en Bajos Instintos y es algo perturbador pensar que muchas mujeres (y algunos hombres) salieron de las salas de cine pensando: «¿porqué no puedo ser yo así?»
Durante estas décadas de los ochenta-noventa y en paralelo con Hollywood, teníamos en el ámbito musical a Madonna año tras año transgrediendo el status quo sobre lo que «sexy» debía ser. Cyndi Lauper no era una figura sexualizada pero sí valorada por sus mensajes de «girl power», mismos que repitieran en contextos algo distintos rockeras como Pat Benatar, Lita Ford y Joan Jett. Cuando a finales de los noventa entra en escena una chavita de nombre Britney Spears todos, incluyendo Justin Timberlake, pensaban que finalmente tendrían un descanso de la bad bitch y le dieron la bienvenida a la niña angelical inocente pero ingenuamente traviesa. Su transformación pasiva-agresiva fue inevitable. Si quería ser la mega estrella en la que se convirtió, ella tendría que pasar al lado oscuro con todo y serpientes á la Salma en Dusk ‘til Dawn, trajes al cuerpo color piel y videos llenos de sudor. La fórmula funcionó. Su administración de la fama y el poder es otra historia, pero el éxito de su imagen de Bad Bitch fue un icónico logro de la cultura pop. Puedo mencionar más de una docena de damiselas que han seguido esa fórmula en muchas variantes, una buena parte de ellas han alcanzado esa fama por unos cuantos años para luego, en la evaporación de la juventud (que para mujeres en esa industria no sobrepasa de los 26 años) y de la novedad terminan produciendo música mediocre o conduciendo talk shows o de jueces de concursos de talento. Hay quienes simplemente desaparecen del reflector para disfrutar de una vida familiar abandonando el disfraz de bad bitch y conservando sólo los tatuajes que prueben que una vez lo fueron. (e.g. todas las Spice Girls)
En septiembre, cuando fueron los VMA’s de MTV, el show fue mayoritariamente musical. Nos presentaron una buena cantidad de números con las nuevas Bad Bitches de inicio de década. Pues bien, puedo decir un par de cosas: estamos de regreso a los tiempos del Tits & Ass (enorme ass, dicho sea de paso) y que si no fuera por los censores, esta nueva generación de Bad Bitches harían sus performances completamente al natural (incluyo aquí al Lil’ NAS X).



Sin afán de sonar moralista ni mucho menos, tan sólo un curioso que registra los ciclos de la cultura pop que nos rodea, creo que nos falta un poco de figuras que nos muestren el otro lado del espejo. Pero también veo simultáneamente a un público más exigente de agresividad y de sexualidad. Si no hay carne, no hay seguidores. Si no hay seguidores entonces no hay likes, por ende, no hay trascendencia. Ese el nombre del juego ahora. Supongo que hay algo que fascina en el concepto del Bad Bitch, especialmente para los que lo adoptan más que para los que lo observan.
Así que este nuevo modelo a seguir, formado por dos palabras de negativa connotación se ha convertido indiscutible y paradójicamente en uno de los mejores cumplidos. El Diccionario Urbano lo define como: «Una mujer que es segura de sí misma, independiente y se esfuerza por salir adelante. Una mujer que no necesita a nadie y que está en control de sus sentimientos. Esta mujer es también irresistible.» Así que para lograr el estereotipo, es necesario que esa agresividad femenina sobre ya que quedarse corta puede caer en el señalamiento de chica fácil. Hay que estar conectada con todo pero pegada a nada. De los mejores ejemplos y que representan los tótems sagrados del concepto BB pueden mencionarse a Nicki Minaj, Doja Cat y Amber Rose (quien hasta un libro escribió con título conspicuo al respecto, «How to be a Bad Bitch»).
Lo que me gusta del concepto BB es que fomenta de alguna manera la idea en las chicas de que no tienen que ser la más bonita de la fiesta, es más, ni siquiera debería ser un factor ya que satisfacer las ideas de belleza de los hombres es un juego sin fin en el que siempre se termina perdiendo. Aquí se trata de restregar en la cara de los demás, en especial del sexo opuesto, que la belleza está en la actitud y que lo que la actitud refleja es poder, sobre sí misma y sobre su entorno. Que lo que las coloca en un plano distinto a las Basic Bitches es que ellas hablan de IDEAS y no de GENTE; que jamás piensan en lo que no tienen y les vale un carajo lo que piensen de ellas. ¡Puta madre! Si todo esto lo hubiera sabido cuando tenía 17 años ya me habría convertido yo en una pinche Cardi B con pito por el resto de mis días.