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EP089: Ese gallo quiere maíz

Si hay un periodo que me enerva es cuando se acercan las elecciones. Encuestas telefónicas diariamente, anuncios en el radio y tv sin parar, ahora también en redes sociales a nivel intrusivo. Panorámicos enormes por todos lados con sendos close ups de los candidatos en descarado photo shop: reducción de papada, blanqueamiento de dientes y ojos, agrandamiento de labios y sobre todo, cutis radiante. Todos sonrientes pensándose súper agradables, atractivos y súper capaces para ser el top de los tops. Cada sexenio llega aquél que clama tener la solución efectiva e incorruptible que nos salvará de la oscuridad actual. Cada sexenio hay decenas de miles que le creen.

En menos de un mes votaremos por el Gobernador de mi Estado, Nuevo León así como por alcaldes municipales y aunque yo nunca he tenido la intención de usar este foro para ventilar mis predilecciones electorales ni nada por el estilo, esta vez es tan pobre la oferta política que me fue inevitable dejar de escribir algo al respecto. Recordé el viaje por el cual el Gober actual pasó haciéndonos testigos desde que quedó electo hasta ahora que se va hecho un hazmerreír arrepentido de la única cosa que hizo en nuestro beneficio: eliminar el tiránico impuesto de tenencia vehicular. ¿Qué estaría pensando él en esos breves minutos previos a su juramento? Quizás la misma historia de muchos que hayan estado en su lugar aquí o en otro lugar. Aquí comparto un texto de ficción sobre estos «respetables» ciudadanos electos en ese justo instante…

“Ese gallo quiere maíz”

Aquí de pie esperaré el final del protocolo. Todo a mi alrededor será ruido.  Cientos de personas presentes, observándome, disecándome, pero lo que yo registraré serán porras.  Yo me mantendré en mi postura: firme y orgulloso.  Hemos ensayado este momento hasta el cansancio, mi coach de imagen y yo.  Casi en automático me sale la sonrisa de satisfacción sin tener que mostrar mis dientes.  Sin olvidar retener el aire en mis pulmones por largos períodos y hasta que los botones de mi camisa estén a punto de reventar, seguiré sumiendo el estómago hasta que me llegue a la columna.  Seguro hablarán pestes de mi cada día sin excepción pero será solo porque se mueren por ser yo.  Por fin todos estos pendejos reconocerán de una vez por todas quién es el chingón aquí. ¡El gusto que me va a dar ver a todos mis primos que me aventaban tanta carrilla  de niño arrastrarse pidiéndome hueso! A ver a qué gato de ésos escojo de mozo nomás pa’quedar bien con los abuelos.

Jamás se les había ocurrido que yo sí daría el kilo, que yo prevalecería hasta el final.  No tienen idea la cantidad de mierda que a puertas cerradas y por treinta años seguidos he tenido que tragar.  Me he humillado suplicando de rodillas por perdones.  He dejado que a amigos les caiga el chahuistle sin hacer nada al respecto.  He diseñado acciones para despojar de sus tierras a campesinos que no tenían más que eso como propio.  He ayudado a un montón de buenos para nada enriquecerse a través de mis favores.  He visto familias enteras subir de escalón social en menos de un año gracias a mi obligada complicidad y a mi silencio.  Pero hoy es mi día de paga.  Seguro todos ellos esperan que continúe haciendo lo mismo y sí,  lo haré, pero esta vez será para mi.  Aún recuerdo lo cerca que estuve al principio de quitarme de todo esto, casi cometo ese error pero aprendí que tu lado flaco sale cuando te pones a pensarle de más. ¡Cómo me agradezco los huevos que tuve para seguir!

Con ese carácter me convertí en el activo más confiable del Partido,  un experto lavandero con cara de póker.  Si me dieran medio día para esconder mil millones, para las once de la mañana ya estaría almorzándome unos benedictinos en el Mirador.  Pero ahora seré yo quien elija a qué personas llamaré “mi equipo” pa’ponerles enfrente el mismo hueso que me ha hecho mover montañas.  A partir de hoy los demás moverán montañas para mí. Yo seré el triunfo sobre el presupuesto. El déficit fiscal se convertirá en el sol que nace cada día para mi.  De Obras Públicas haré una vaca lechera y mi equipo facturero estará hecho de puro poder.

Voy a comprarles casa y depa a todos mis hijos, a los de la casa grande y a los de la casa chica.  Seré el nuevo terrateniente de los bienes raíces, puros inmuebles triple A en San Pedro y en San Antonio.  Mi única preocupación será que mis prestanombres no se vayan a querer pasar de reatas ya andados en el camino. Más les vale alinearse que desaparecer gente cada vez se hace más fácil.   Pondré mi veladora de las Siete Potencias para que haya algún desastre natural, con eso sí me llenaré de billetes a niveles Deschamps.  ¿Quizás debería rezarle a la Santa Muerte también? 

Serán seis años de prosperidad y aún así no serán los mejores de mi vida porque lo más chingón vendrá después de este bendito sexenio.  En seis años me largo de este mierdero de país para iniciar la vida de abundancia que después de tanto trabajo merezco. Porque yo siempre supe que soy superior a cualquier apestoso prole y en muchos niveles eso les va a quedar más claro que el agua.  ¿En qué país estará bien vivir? Irlanda suena bien aunque no sé ni hablar bien el inglés pero no importa, con lana todo se resuelve. 

Tendré que decidir pronto con qué cartel arreglarme, les dejaré a ellos que se ajusten con los rechazados, yo no necesito problemas extra.  Ya me ha tocado aguantar presiones de esos animales, no quiero que se prolonguen en el futuro, dejaré muy en firme la relación que tendremos.  Sé que voy a quedar bien mientras no me vean ni por error con ninguno de esos sombrerudos en el Palacio de Gobierno y menos recibirlos en mi casa.  Todos esos asuntos los despacharé desde el sauna del gimnasio, así nadie se enterará de nuestro movimiento.  Será lo mejor para mi y para el Partido.

Ahora sí me toca a mi servirme con la cuchara grande.  Van a valer la pena esos treinta años de vivir agachado, rezando que nunca me fueran a usar a mi de sacrificio humano para taparles sus machincuepas.  Claro, tendré mucho que regresarle al Partido y demasiados favores por cumplir a quienes me apoyaron para llegar.  Así ha sido y así será,  te rasco la espalda, me rascas la espalda. Pero a cambio, ya chingué pa’mí y pa’mi familia; ni de los bisnietos nos vamos a preocupar, porque bien lo dijo el patrón Carlos Hank, “político pobre, pues pobre político”.  No será mi caso, lo juro… ah, ya me toca…

“Somos mexicanos, somos nuevoleoneses. Prometemos por último ser siempre muy mexicanos y muy nuevoleoneses.  Protesto sin reserva alguna cumplir y hacer cumplir la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, la de Nuevo León y todas las leyes que de ellas emanen…”

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