Ya se acabó febrero pero justito el día 14 se nos vino la helada y los apagones en el noreste de México, así que antes de que expire y siendo el mes de Cupido quise escribir algo medio intenso/pasional; la obsesión y la soledad a la vez, ¡pura zozobra! Hasta miedo da, pero no importa, hay que amar así aunque sea solamente una vez. Sólo imagínate ¿quién de éstos dos preferirías ser? Dicen que detrás del temor es donde se oculta la vida. ¿A quién no le ha dado miedo amar o ser amado? El mundo es de los valientes y no hay más valientes que los heridos del corazón porque no se rinden y vuelven al ruedo sabiendo que quizás les vuelva a suceder. RESPECT!
Les comparto, ojalá les guste:
ANIMAL
Ni te buscaba ni te esperaba. Sólo sabía el cansancio de la apatía. Flotando en un hueco ausente de súplicas, vacío de augurios. Y te conocí. Y me acerqué. Tus ojos no descomponen, alientan. Afilé mis colmillos antes de recibirte. Abrí la puerta alerta de tus carnívoros pasos. Consecuente entraste, sin cautela y por sangre. Una vez adentro este lobo caníbal al fin se sintió libre en su jaula. Libre para atacarte, despedazarte y comerte en partes. Como una hidra violenta probé todo tu cuerpo a la vez, cada pieza la devoré pero tu no te terminabas. Brotabas como reptil en una locura vehemente de la que no me podía desprender.
Entré en línea plana una y otra vez resucitado por tu beso reclamante, incansable. No creo poder prescindir de él, positivamente estoy adicto. Desde entonces te vas y caigo penetrante al fondo del hormiguero y quedo ciego hasta que apareces de nuevo a rescatarme. Necesito tu mordida; tus cadenas no me aprisionan, me marcan como tuyo y este dolor es el que me convierte en orgulloso. Sé que tienes que marcharte pero aléjate lento porque tu cadencia es a lo que me aferro para levitarme por seis días.
Te descubrí y pasé de mendigo a merecedor y así la fortuna se tornó oportuna. Sé que el amor es el juego de los perdedores porque estoy en mi racha ganadora. Y tu con tus jeans llenos de perfectas costuras me mantienes en la mesa, como amuleto infalible, apostando a cada gota de tu sudor. Tus restos sobre mi piel son tu fantasma que se esfumará cuando me lama las heridas y vaya recobrando mi forma habitual. El fantasma que se quedará conmigo hasta que recupere un sobrante de vida; al tiempo que sin ti, vuelvo despacio a mi despoblado hábito y dejo de ser animal.
