Food 4 Thought, politica, sociedad

EP079: El paria.

Pues se llegó el día. El día que hace cuatro años dijo Hillary Clinton tardaría mucho en llegar. Para ser honesto, yo era de los que lo esperaba desde hacía mucho. A este momento sigo intrigado del cómo fue posible todo lo que sucedió.

Cuando llegó, se apuntó de inmediato para asistir a todas las cumbres internacionales muy probablemente para ver de qué se trataba todo, por pura curiosidad. Como una especie de turista político adinerado. Se aseguró de llevar a Ivanka y a Jared para que se fueran «fogueando» en esos menesteres entre países que a ningún gringo le interesan. No tardó ni tres de esas cumbres en recibir el tratamiento helado de los dirigentes que no podían entender cómo tal narcisista e ignorante pudo haber llegado a la presidencia de Estados Unidos. Macron, May, Trudeau, Merkel, Lagarde; todos cansados de lidiar con el infante caprichoso septuagenario. Más fuerte se hizo este repudio después de renunciar por completo a la idea del calentamiento global anunciando la salida de EUA del Tratado de París. Después de percibir claramente que se había convertido en persona non grata perdió el interés, se aburrió y dejó que su inexperta hija se encargara de la diplomacia con resultados algo similares. De esta etapa, hay tres cosas que se me quedaron: la foto con todos los dirigentes y él sentado con brazos cruzados como niño regañado; las inesperadas burlas de todos en la ONU que evidenciaron su vergüenza y a la vez desprecio y finalmente, cuando atajó en la cumbre OTAN vertiginosamente a todos los diplomáticos para ser «el de a mero adelante» en la fila para ir a tomarse la foto. En este proceso terminó aventando al ministro de Montenegro y luego, sin una sola disculpa, se ajustó el saco en postura dominante. J.K. Rowling twiteó: Qué hombre tan, pero tan pequeño. Todo esto aconteció en sus primeros cien días de presidencia. Era ya para ese momento obvio que sería larga, mucho muy laaaaaaarga su estancia en la Casa Blanca.

No voy a ir una por una las viscisitudes de sus cuatro años porque ni escribiendo tan sólo las más relevantes termino. Pero recuerdo que después de que despidió a Omarosa Manigault, en una entrevista ella opinó: el mejor ataque, la mejor defensa para él es ignorarlo. Es no entrevistarlo, no mencionarlo, no escribir nada de él. Era así de fácil, dicho por alguien que lo conocía bien. Evidentemente hacer algo así no era posible para las televisoras. Todo lo que él hacía ya no digo cada día, sino cada hora; era una histeria. Actos inexplicables carentes de sentido, de compasión, de propósito (con frecuencia todo a la vez) eran un dulce para las agencias noticiosas. No escribir, no reportar todo eso era un gran no-no. Como reportero, si querías seguir teniendo trabajo, tenías que redactar notas de él. Y él se encargaba de que salieran del horno fresquecitas varias veces al día. Creo que la única persona que atendió la observación de Omarosa, muy probablemente por propia convicción, fue la mismísima Oprah Winfrey. Puedo atestiguar como su seguidor y fan que en estos cuatro años jamás hizo un solo reportaje acerca de él. De hecho, no creo haberla escuchado siquiera nombrarlo en todo este tiempo y si lo hizo, habría sido algo muy ocasional. La consciencia de que sus transmisiones llegan a millones de personas y de que no iba a simplemente regalarle ese espacio para hacer escaparate de sus disparates era evidente. Lo dejó claro: «diría algo si tan sólo supiera que voy a ser escuchada». Sin embargo, ser escuchado fue la gran omisión de la Casa Blanca durante estos cuatro años. En contraposición, las publicaciones de extrema derecha como Breitbart, OAN y la fatídica FOX News, tienen todo tipo de complicidades al hacer todo no sólo por propagar sino para reafirmar su agenda, misma que inició como anti-Obama pero terminó revelándose como insurreccionista.

En su insípida partida, el candidato que perdió dos veces el voto popular primero en encuestas y después en elecciones y que está entrando a un mundo de deudas y litigios; me deja pensando si realmente quería ser Presidente aunque no tuviera la primera idea de cómo serlo. Al final, el esfuerzo vale tanto como la intención; iría aprendiendo poco a poco junto con su staff a destacar. O bien, quizá sólo quería postularse y usar esa promoción para lanzar una residencia en Las Vegas, un show político-cómico-musical en el que la gente pudiera acudir, embriagarse un poco, escuchar todas sus teorías de conspiración y poder desfogar algo de estrés gritando burradas como «Enciérrenla» o «Constrúyanla». Como tener uno de sus rallys cada semana en el mismo lugar. Como hecho adrede, la broma fue muy lejos. Independientemente de lo que haya sido y fuera de la constante atención mediática (y quizás el golf), la experiencia de ser Presidente no fue muy agradable para él. La ingratitud del círculo político, de Hollywood, de los medios era insoportable. Mientras que él podría estar haciendo mil cosas antes que estar soportando a reporteros insolentes, staffers mandones, demócratas condescendientes… él estaba siendo Presidente.

Y al cabo de cuatro años, los insurrectos son en su mente patriotas. Mike Pence un cobarde malagradecido y traidor. Nancy Pelosi una loca obstruccionista escurridiza. Y Estados Unidos un jardín de niños enorme donde él es el rector.

Su verdadero legado es aún incierto. ¿Cuánto tiempo más debe pasar para que todas sus omisiones queden atrás, para que se corrijan sus estupideces? ¿El privilegio blanco resurgió para no regresar al clóset nunca más? Esa ineludible división en el tejido social americano reforzada por él, ¿se irá a terminar o será un peligro latente por el resto de nuestros días?

Sobre todo, ¿cabrá en la mente de un narcisista el planteamiento de si valió la pena todo este viaje? Este reality show, ¿fue un reflejo de la sociedad o somos nosotros los que estamos pidiendo estos personajes como líderes? 400,000 muertos de COVID-19 allá, 144,000 aquí. Y no sé ya a quién responsabilizar, si a los gobiernos o a las poblaciones. En México las cosas no distan mucho de esta comprometida realidad. Esta confusión, estas conductas en las que optamos por creer en una mentira sabiendo que lo es con tal de terminar haciendo y defendiendo lo que nos plazca es lo que nos está llevando al matadero año con año.

Vienen tiempos distintos, es verdad; pero queremos creer que sólo en la manera en que hacemos las cosas cotidianas: comprar tangibles e intangibles, contratar y usar servicios, tener juntas de negocio y/o clases, etc. La triste ironía sería que las cosas que realmente importan siguieran igual en la base: discriminación, corrupción, violencia, prejuicio. Si no tenemos mejores líderes es porque no estamos produciendo mejores líderes, porque nadie suena lo suficientemente legítimo y genuino como para creer en él o en ella. Moralmente, vamos a tener que empezar a exigirnos más a nosotros mismos, a las Instituciones y a las personas que nos vienen a destapar como líderes. El futuro está en la inclusión, en la compasión humana y en la superación a través del trabajo y del conocimiento. No hay atajos. Tenemos que vivirlo porque le hemos sacado la vuelta por mucho tiempo ya. De lo contrario y garantizado: vamos a seguir asumiendo el legado inefable de un nuevo paria cada seis años.

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