Un ejercicio que realicé en un taller de escritura que hasta a mi me dejó inquieto:
Galileo fue juzgado y pasó los últimos años de su vida en prisión por sugerir que la tierra daba vueltas al sol. Pensamos que sabemos cómo funciona el universo, pero ¿qué tal si estamos equivocados? ¿Qué tal si eso que creemos, si eso que aseveramos como cierto, no lo es? ¿Qué tal si… el hombre nunca fue a la luna? ¿Qué la tierra está hueca y tiene habitantes en su centro? ¿Qué tal si el mercado de los bitcoins está controlado por Enrique Bunbury y Paul McCartney esté muerto siendo un doble el que habita entre nosotros?
¿Te atreverías a escuchar una nueva teoría conspiratoria cada quince minutos y luego creer en cada una de ellas? ¿Somos nosotros los extraterrestres para alguien más? ¿Son los animales nuestros cuidadores implantados por alguna otra civilización interestelar? ¿Somos abducidos para convertirnos o para introducirnos? Y más ideas nos han alimentado: misteriosos monolitos aparecen y después nos rigen, illuminatis que gobiernan el devenir de naciones enteras. Las vacunas son el precursor del autismo. Los gobiernos no quieren que sepamos que no estamos solos pero incentivan terror al respecto. La música no es más que un código que programa nuestro comportamiento. El alcohol representa la añoranza de la nutrición materna y los que desarrollan gusto por las drogas lo hacen a causa de un genoma incrustado por una estirpe celestialmente monárquica.
Las tiendas de conveniencia sólo venden 5 cosas: tabaco, azúcar, alcohol, grasa y harina; todos ingredientes diseñados por el gobierno secreto para adormecernos. Los nazis hacen la tarea sicaria de los privilegiados alienígenas. Habitar la tierra es en su mundo como un “ascenso”, una promoción. No quieren irse pero quieren el control. Pensamos que las cárceles de todo el mundo están para protegernos pero en realidad son casas de seguridad para salvaguardar a sus más eficaces ecualizadores. Las víctimas son cebos y los asesinos tienen claridad en sus motivos; mientras más aniquilen, más poder adquieren. Quienes creen que la tierra es plana aunque dando vueltas al sol son también los que llegan a creer otras teorías de civilización humana tan inverosímiles o absurdas. La falsa fe es su moneda de cambio y desean compañía en su propaganda.
El amor es una construcción burguesa, un espejismo condicionado… el vehículo de mercadotecnia más efectivo en la raza llamada “humana” para entrenar consecuencialmente el odio de unos a otros. La religión, una construcción también, pero de la ignorancia. Control de los illuminati sobre todos los rebaños adormecidos del mundo. No importa su modalidad, musulmana, cristiana, judía, budista; arriba de la pirámide está el INhumano. ¿La política? Un caramelo de poder inventado para que los seres menores cumplan el diseño superior que inadvertidamente los oprime.
La desconfianza, la excentricidad, la visión del mundo como intrínsecamente peligroso es la convicción de quienes necesitan sentirse especiales. Quienes lo ven de manera opuesta son los que no tienen nada que temer, y es así porque son los protegidos. ¿Qué es blanco y qué es negro? Porque para los ciegos todo negro es y para una novia el blanco la cegará de cualquier discernimiento. Buscan trastornarnos la realidad. Hacerla ambigua para que nuestros sesgos cognitivos se amarren con mil nudos a nuestras creencias, algunas de ellas de nueva adquisición. Es en este estado de desconcierto que nos hacemos de nuevas teorías, incluso de prejuicios. Es precisamente ese estado de dispersión el que los grupos de control nos procuran cada día: partidos políticos, religiones, federaciones deportivas, marcas globales y bolsas de valores. De esta forma nos va llevando la estirpe de control por los cauces que les genera el privilegio de esta “vacación” en Planeta Tierra.
La competencia masónica a los Illuminati ha traído desavenencias de orden histórico y mundial, ésta fue la falla al sistema de los “ingenieros” del cosmos. La división entre ellos mismos en este paraíso Tierra fue inesperada. La lucha continúa y nosotros somos peones anacoretas de la misma. La creencia complotista dejó de ser meramente marginal y en 2020 nos ha cambiado el paradigma de que estas “verdades alternativas” son propias de aquéllos que suponen haber fracasado en la vida.
Así que si no estamos en la cúspide estamos en el fango. ¿A qué propósito sirve existir y luego procrear? ¿Ahorrar dinero es fútil? ¿Ser gordo o flaco es un espejismo? ¿Es el sexo un medio o un fin, un simple sueño quizás? Los moribundos están vivos aún pero es en ese lecho de muerte que sucederá una u otra: o profundizarán en su camino recorrido con orgullo y resignación; o verán de pronto con toda claridad y horror el utensilio que en realidad somos. El duelo de sí mismos hacia la inminente muerte. La súbita adquisición de consciencia en el último resuello de vida hará que se quieran arrancar la piel y salir volando de aquí; migrar a la siguiente ubicación cuántica sin recompensa ni promesa alguna.