El día del movimiento llegó y el tema es ineludible. Hablar de mujeres mexicanas es hablar de temple, de coraje, de determinación. Pero también de victimización, de abuso, de auto-sabotaje y de controversia. Particular del tema es que sin importar cuál esté siendo la experiencia de vida de una mujer mexicana, su capacidad de brindar amor y ternura siempre prevalece. Aunque la situación esté de la chingada, cuando voltea hacia sus hijos, se transforma en un refugio bajo la tormenta y todo estará bien. Con besos, canciones o comida, una madre todo lo cura.
Años atrás yo escuchaba y veía noticias de las desaparecidas de Juárez. Hubo en 2009 una película que me dejó impactado, «Backyard, el traspatio» de Carlos Carrera, estelarizada por Ana de la Reguera. Es aterradora debido principalmente a que retrataba situaciones muy reales en las que hombres se comportaban y parecían tan amables como un familiar pero eran en realidad verdaderos agresores y asesinos buscando una nueva víctima.
Es ya sabido que los crímenes sexuales se tratan más acerca del poder que del deseo sexual. Es difícil entender cómo alguien puede sentir excitación al causar semejante dolor y trágicamente, muerte. Digo que es difícil de entender, sin embargo es algo que existe y que puede venir de la persona menos pensada, en el lugar menos pensado y sobre todo, en el momento menos esperado. Tanto como difícil es entender a estos agresores, el encabronamiento generalizado de mujeres en todo el país ante la situación es de lógica consecuencia. Aunque muchos critiquen los destrozos, las marchas, las protestas pacíficas o no tan pacíficas también; es un hecho que detrás de la ira y el grito lo que se oculta es el miedo. Es el motor de todo este movimiento de hartazgo solidario: el miedo insoportable a ser la siguiente (víctima-cifra-estadística).
Cuando me enteré del asesinato tan cobarde y cruel de la niña Fátima en Ciudad de México, no podía pensar cómo una niñita de tan sólo siete años tuvo la sórdida faena ella solita de apaciguar a su lobo captor. Su hazaña fue tan extrema que le costó la vida. ¿Su recompensa? Su frágil cuerpo tirado en una bolsa de basura en un baldío. ¿Qué carajos nos pasa? ¿Cómo no va a haber un movimiento de protesta? Viene tanto por el hecho del asesinato como por lo que anima a cometerlo. Me superan la impunidad, el salirse con la suya, el leve castigo que se asigna si es que llega a haberlo. Ese es el verdadero rival a derrotar.
¿Se ha perdido acaso la empatía de los hombres de imaginarse la vida del sexo opuesto? ¿Siquiera imaginar cómo sería cada día si no pesara ni 60 kilos, si no tuviera un coche y tuviera que ir en transporte público y caminar varias cuadras para llegar a la casa o al trabajo? ¿Recibir insinuaciones en el lugar de trabajo e insultos si no los responde? Y qué tal si fuera menor de 10 años… ¿quién estaría para defenderte? Esta vulnerabilidad debe parar, es crítico que se detenga esta impunidad que anima tanto a los depredadores a avanzar en sus impulsos criminales.
Por ahora y en solidaridad total, deseo felicitar a todas las que han gritado, a las que han asistido, a las que se han puesto de pie, a las que han dicho «no»; en otras palabras, a las que son valientes y que buscan justicia. A las que se niegan a ser víctimas, villanas o heroínas. A las que sólo buscan ser mujeres en libertad. A las que eligen dejar de negar sus historias y por ende, no permitir que sus secretos y los de sus agresores las definan. A las que saben que negar su sufrimiento es encadenarse, que negarlo es nunca caminar libres por la calle. A las que brindan un gesto de amor aunque estén quebradas por dentro. Quiero en este día tan especial ponerme de pie con ellas reconociendo a la verdad como su voz, a su unión como su revólver y a su existencia como el poder de todos juntos como sociedad, como la medicina que requerimos para sanar. #RESPETO