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EP012 Music Video.

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Aún recuerdo cuando MTV solía ser MUSIC TELEVISION. Ya no queda mucho de ese concepto, es raro ver videos en ese canal, creo que ahora todo va orientado por canales como youtube o viralidad en redes sociales.  De cualquier manera, recuerdo cuando yo crecía cómo el video musical fue creado y la competencia de cada artista o grupo para hacer un video más avant garde o más divertido era la regla.  Es un hecho que en los ochenta no habían muchos recursos tecnológicos para hacer videos como los que hoy vemos. Es más, al día de hoy lo que vemos ya sobrepasa los efectos especiales y va tratándose más acerca de propuestas y tendencias sociales, mientras que hace tres décadas era más importante ser la brújula musical como artista antes que convertirse en activista social.  Las marcas de discos estaban satisfechas con sacar videos coloridos, divertidos que le dieran identidad al grupo o solista que aparecía en ellos.  En música latina esto era aún más enfatizado, simplemente ver el video de «Cuando calienta el sol» de Luis Miguel nos muestra cómo fue que Pedro Torres se convirtiera en el cuestionable «genio» del video de antaño.

Los efectos especiales eran carísimos y escasos y los videos ochenteros tenían que sacar el máximo provecho de un presupuesto limitado. Entonces veíamos a los directores de videos encontrar ideas creativas a como pudieran. Recuerdo un grupo llamado Wang Chung en el que su canción «Dance Hall Days» recurría a imágenes como una maleta que se levanta en dos pies a seguir a su dueño que se aleja de ella en medio de la noche, o bien, la escena más costosa del video, un ser hecho de espejo que emerge de una bola de espejos en un salón de baile. Esa secuencia no sólo era cara, sino era demasiado puntual y tenía que salir en una sola toma porque sólo había una bola para usar y los espejos del traje se desprendían a cada movimiento.

Muchos videos retrataban estados de ánimo alegres o tristes del artista con el intento de dar a conocer a la base de fans otros niveles de intimidad de sus ídolos; por ejemplo, «La isla bonita» de Madonna la mostraba en el mismo video recatada y religiosa, así como atrevida y divertida.  La idea predominante era la fiesta, la diversión y los videos pop abundaban con estas imágenes: B-52’s, Go Go’s, Bananarama, Madonna, Pet Shop Boys, Kylie Minogue, Michael y Janet Jackson, Wham!, etc.  Había poco presupuesto así que la mayor parte de videos para grupos de rock tomaban lugar en el escenario ya sea durante conciertos de sus giras (las cuales frecuentemente eran ficticios) o bien, simplemente haciendo un gig sin público: Journey, Twisted Sister, Bon Jovi, Def Leppard, etc.  A mi me aburrían mucho este tipo de videos; al día de hoy y en contraste, contando con muchos más recursos, vemos en dónde está la vanguardia: el video de Justin Timberlake con colaboración de C. Stapleton, «Say something» es un video en vivo de una sola toma de larga duración muy al estilo fílmico de Cuarón o Iñárritu.  Claro que fue ensayado pero el resultado es fantástico. No habrían podido lograr algo así y libre de edición en 1985.

Los videos ochenteros que trataban de dar una opinión social, una crítica en general eran más bien sombríos y quienes interpretaban esta música de protesta eran artistas considerados por su potencial musical y vocal como harina de otro costal, se irían formando como «alternativos».  Encuentro aquí el ejemplo de Tracey Chapman, de Peter Gabriel, de Bob Marley, de Sinead O’Connor. Eventualmente estos cantantes desarrollarían carreras poco populares y muy de nicho, por ende, sus videos contaban con menos apoyo financiero que los mainstreamers.  Hoy, el comentario social es una mega tendencia en los videos de música y los mensajes son mucho más contundentes y con menos censura. La inconformidad de raza se cataliza fuertemente en «This is America» de Childish Gambino, en «Humble» de Kendrick Lamar o en «Moonlight» y «The story of O.J.» ambos de Jay Z.  La religión y la violencia entran fuertemente en las implicaciones de estos videos y de pronto la música es menos importante que el mensaje y la imagen; mientras que antes veíamos cómo «Fast Car» de Tracy Chapman, «Pink Houses» de John Mellencamp o «Biko» de Peter Gabriel necesitaban una voz contundente y una musicalización original. Sin embargo, levantar demasiado la voz podía costarle sus carreras, como le sucedió a Sinead O’Connor a pesar de su gran talento.

Cuando Michael Jackson creo el video de «Thriller» el mismo Quincy Jones le dijo en pleno set: «este será el ‘Ciudadano Kane’ de los videos». Siendo «Q» el productor del álbum, sabía lo que decía ya que Thriller costó realizarse incluso más que la producción de todo el álbum: $800,000 dólares. MJ se fue al cielo hasta darle nombre al premio de vanguardia en video más prestigioso de MTV  para trayectorias musicales de artistas de alto perfil.  En 2018, el video de Drake, «God’s Plan» costó casi un millón de dólares y en gran parte ese dinero fue regalado a personas que aparecen en el mismo, el video cumple con otra tendencia de videos actual: retratar una historia fuera de otra. Así que sin muchos efectos especiales, el video se torna en un cuasi documental que retrata a Drake dando dinero a gente común. De esta forma, el video se trata más del fabricado altruismo del artista que de su voz, lo cual me deja realmente pensando, ¿alguna vez el video musical se trató de la música?

 

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