Ni tres días habían pasado desde que subí mi entrada sobre “Emilia Pérez” (EP170), y ya estaban las redes inundadas con innumerables chismes que exigían feroces la cancelación de la película y de su actriz principal, Karla Sofía Gazcón. Los comentarios, reportajes, reels, videos en youtube, algunos de más de media hora de duración; lograron su cometido: la inevitable muerte de “Emilia Pérez”. Claro que Karla Sofía no se ayudó mucho. Se dedicó a desprenderse del lineamiento de Relaciones Públicas del equipo productor y se puso a agendar entrevistas con cualquiera que la recibiera y en ellas, sin ningún tipo de guión ni asesoría, soltó cualquier cantidad de comentarios desafortunados (“Yo no soy racista. Si lo fuera, me habría negado a trabajar con Zoë Saldaña.”, por ejemplo). En el pecado va la penitencia, dicen por ahí. “Fuentes allegadas” (así, entrecomillado) relatan que en alguna interacción previa con los medios de comunicación, siguiendo su estilo irreverente, criticó a Fernanda Torres, actriz nominada junto con ella por la película brasileña, “Aún sigo aquí”. En represalia, el equipo de RP de esta peli se puso a buscar y desenterrar twitts pasados de Karla Sofía que, simplemente no la dejaban en buen término. De ahí, como castillo de naipes, todo se fue para abajo.
Cuando mencioné que no me disgustaba su estilo desenfadado, nunca imaginé que además de locuaz, era sobrada de verborrea y carente de filtros. Aún así, siento compasión por ella, le tocó recibir la lapidación rabiosa del mundo entero por varias semanas al hilo, algo que podría llevar a cualquiera a lugares muy oscuros de la mente. No cabe duda que, a veces las bendiciones son en realidad calamidades disfrazadas.
Sin embargo, algo me deja inquieto. A lo largo de este calvario al que fuimos sometidos (Karla Sofía, Zoë Saldaña, Selena Gomez, Netflix, la Academia, y claro, nosotros con semejante bombardeo por casi un mes entero), hubo alguien que no le tocó sufrirlo como al resto, y me refiero a Jacques Audiard, el director y guionista de la ahora infame película.
En Latinoamérica, y con énfasis en México, ya desde antes del escándalo de Karla Sofía, se escuchaban comentarios negativos en referencia al mal uso del lenguaje en la película y de la irrealidad con que dibujaban la escena mexicana. Ataques originados por la transfobia hacia la actriz principal, todavía eran moderados. Poco después, ardía Roma, crucificaban a Karla Sofía y en el momento más álgido, Audiard confesó no solo haber suspendido comunicación con ella, sino su deseo de mantenerla apartada de su vida y del elenco. Si a esas vamos, un actor o una actriz se limita a decir los parlamentos que le corresponden en el guión de una historia y a seguir una dirección para actuarlos. Los personajes dicen cosas que no necesariamente corresponden a las opiniones de quienes los representan. ¿Por qué entonces se fueron sin clemencia sobre de ella y no de él?


En el pasado hemos visto esto repetirse con historias reales donde las circunstancias sacrifican a una de las partes y salvan a la otra. Aquí varios ejemplos:
Justin Timberlake y Britney Spears: Al final, la historia contada fue la del tipo agradable que fue engañado por una “devora-hombres”, salvándolo a él y condenándola a ella. El icónico beso con Madonna en los premios MTV 2003 solo reforzó esta percepción.
Otra vez Justin Timberlake, esta vez con Janet Jackson: Oficialmente, hubo una falla de vestuario con Janet cuando Justin arrancó una pieza de él, revelando un pezón en el show de medio tiempo del supertazón en febrero del 2004. Ella perdió su carrera y él salió ileso. Veinte años después, ella ha contado su verdad: fue el equipo de Justin el que insistió en la revelación para de esta forma superar con su hazaña mediática a su ex por el beso con Madonna seis meses antes. Janet nunca lo ha condenado; de hecho, aún lo considera un amigo a pesar de haberla dejado a la deriva a lidiar sola con el follón. Es posible que esté procurando ser amable. Ahora mismo Justin está al fin pagándolo con bajas ventas de sus últimos dos álbumes, no obstante, sigue llenando sus presentaciones, como lo hizo en México este mes de febrero. Ha emitido mensajes recientes de disculpas, aunque nunca experimentó los mismos embates que Britney o Janet.


Ben Affleck y Jennifer Lopez: Fueron demasiadas ocasiones de desencuentro entre los dos a la vista de los paparazzi o de plano, sobre la alfombra roja. Él siempre con cara de disgusto, con evidente ánimo de estar en otro lugar y ella pidiéndole sobreponerse y quitar su cara de enfado. Terminaron divorciados y por desgracia, el matrimonio no fue lo único que se derrumbó para J.Lo. Su carrera se tambaleó, durante el 2024 la trataron de cancelar. Todo lo que había en las redes eran testimoniales acerca de su antipático temperamento y lo grosera que era con los fans. Affleck, mientras tanto, como si nada. Al menos él no se dedicó a desprestigiarla después de la ruptura.
Kanye West y Bianca Censori: El divorcio de Kanye de Kim Kardashian ocurrió en 2021. Las causas involucraban temas de salud mental. Tenía arrebatos lamentables de Twitter, caía en ocurrencias inverosímiles, entre ellas, postularse para Presidente. Un año después de terminar con Kim, estaría proponiendo matrimonio a la arquitecta/modelo australiana, Bianca Censori. Ella sabía en dónde se estaba metiendo. Accedió a casarse con un hombre que la usaría como revenge wife y la exhibiría como mercancía carnal a donde fueran. El final vino en febrero 2025 durante la entrega de los premios Grammy, cuando ella llegó a la alfombra roja vistiendo un abrigo de pieles impresionante. Una vez frente a los medios, Bianca se dio la vuelta y los sorprendió cuando se quitó el abrigo y reveló su cuerpo por completo desnudo, cubierto tan solo por un microvestido cien por ciento transparente. Fue la culminación extrema de múltiples apariciones previas vistiendo de forma provocativa a lado de su esposo. No dudo que Kanye haya metido presión para que ella hiciera algo así, no obstante, la reputación de él salió incólume y Bianca fue la que se llevó la controversia: sería ella la que habría roto las leyes de exposición indecente californianas, es a ella a quien vetarían de los Grammys, es su cordura mental la que está en entredicho a pesar del historial de su marido. Muchos especulan que probablemente no estaba en total control en ese momento. Algo se movió en esa relación porque una semana después, ella solicitó el divorcio. Solo podemos imaginar las discusiones tras puertas cerradas que los quebraron.






Héctor Soberón y Michelle Vieth / Yamil Gorritz y Noelia: Cuando salieron los escándalos de ambas parejas que involucraban videos comprometedores en 2003 y 2007, respectivamente, las mujeres fueron las que sufrieron las consecuencias. La carrera de actriz de Michelle nunca se recuperó y la de cantante de Noelia se dañó tanto que ella misma desistió de continuarla y desde 2018 decidió hacer contenido solo para adultos. Hay entrevista de él en la que recurre a la autovictimización argumentando racismo, su versión no tuvo apoyo. Al menos ella le dio la vuelta al tema y se adueñó del discurso. Los videos de ambos casos fueron difundidos por los exes y al día de hoy, ninguno lo ha aceptado públicamente. Tampoco tuvieron que hacer cambios drásticos en sus vidas como sus exnovias.



No necesito elaborar sobre Johnny Depp y Amber Heard. Después de su publicitada separación, no pudo haber mejor ejemplificación para la canción de Abba, “The winner takes it all”.
Estos casos muestran a la vulnerabilidad como un espíritu latente que se asoma cuando la injusticia complica la vida. Todo es diversión y juegos hasta que la parte poderosa decide distanciarse de la persona, se harta de complacerla o de apoyarla, o de plano, toma demasiado de ella. En otras palabras, se cambia de equipo en ingratitud. No fue el hecho de arrancarle el vestido a Janet, sino de no defenderla y ausentarse de la polémica. No era acerca del comportamiento raro con J.Lo en público, sino de ver los ataques mediáticos y no parar. No fue el divorcio en sí, sino del propósito de exhibir a Amber hasta que su reputación quedara hecha añicos. El daño más grande fue dejar a Karla Sofía a la deriva sin protegerla ni asesorarla con los ataques más perniciosos del mundo y de la industria, cuando pudo anticiparse y controlarse. Cierto, a pesar de que ella misma se metió a la boca del león, fue doloroso atestiguar cómo se hacía leña del árbol caído, sobre todo, en el caso de un miembro de la minoría más vulnerable que existe, en medio de un momento político que valida la regresión ultraderechista.
En realidad, las celebridades son personas que voluntariamente se ponen en el ojo público y que tácitamente aceptan que millones se enteren de sus problemas. Si estos casos que mencioné son solo unos cuantos de los que nos hemos enterado, precisamente por tratarse de gente famosa, ¿cómo funciona en la vida de las personas que no cuentan con fama o grandes fortunas? ¿Cuántas veces las mujeres son culpadas de lo que sus parejas les hacen? ¿Señaladas después de separarse? ¿Por qué la esperanza de vida de la gente trans mexicana no pasa de los treinta y cinco años?
Emilia Pérez murió, pero ella es un personaje. Su intérprete, una persona. Cierto, arrebatada y farragosa con sus palabras. Sin embargo, tiene algo en común con las mujeres que he mencionado aquí (y de pronto recordé también a Yalitza Aparicio): En un momento dado, todas depositaron su confianza en un hombre. Reitero mi postura del EP170; no estoy hastiado de que siga habiendo propuestas artísticas creativas por más experimentales que sean, como “Emilia Pérez”, por ejemplo. De lo que estoy cansado es del ejercicio del odio desmedido y mordaz orientado a destruir personas. Es lo que ha cambiado el discurso normalizando la crueldad humana. Urge un cambio desde adentro, que cada cual haga consciente la noción de que somos sin excepción potencialmente vulnerables, basta tan solo toparse con la persona equivocada. Seamos más humanos y cuidemos de quienes ponen su confianza en nosotros; es el contrato que más ha procurado armonía y crecimiento entre las personas.
