Es noviembre y en Estados Unidos darán las gracias y volverán a servirse dos veces de lo mismo. No me refiero a la comida de la cena de thanksgiving, se trata más bien de la realidad política recién elegida. Agradecerán que la persona predilecta de las mayorías ganó la Presidencia y darán de nuevo la bienvenida al señor showman una vez más.
Sin embargo, en esta vuelta la diferencia radica en que la victoria ha sido lejana e incuestionable, tanto por el voto popular como por el del Colegio Electoral. Se generaron récords e hitos: nunca antes un mismo candidato había competido contra tres rivales distintos en menos de diez años y eso si solo nos referimos a la boleta presidencial y pasamos de largo la cantidad de contrincantes de ambos partidos políticos que tuvo que vencer previo a la grande.
Durante ese periodo, en dos ocasiones enfrentó a mujeres. Ambas reunían carreras políticas ricas en preparación y experiencia, ambas contaban con suficiente exposición a la escena política estadounidense como para haber salido vencedoras contra cualquier contendiente. Sin embargo, las dos veces, con mayor contundencia la segunda, la gente dijo: “ellas no”. Los analistas se debaten figurando en qué pudo fallar la campaña de Kamala Harris para perder de semejante manera. Quizás el enfoque no debería buscar explicaciones sobre la derrota de la actual Vicepresidenta, sino las razones que dieron tan fuerte victoria al Presidente electo. ¿Qué es lo que dejó a la gente tan fascinada como para elegirlo de nuevo? Conocen la personalidad del tipo: mentiroso, narcisista, ignorante, tribal, misógino, manipulador, grosero, y sobre todo: literalmente, no tiene vergüenza.
Hay textos de autoayuda donde autores destacan tres clases de miedo que anclan a las personas y les impiden crecer. Estos son: miedo al fracaso, miedo al éxito y miedo a ser juzgados. El tercero, por lo general, es un subproducto de los primeros dos. El miedo a fracasar es una constante en el ser humano, pero tener miedo al éxito suena más complejo. ¿Por qué alguien le temería al éxito? Principalmente por lo que sigue después de obtener una posición elevada y difícil de mantener en el largo plazo. Cuesta mucho compromiso y trabajo tan solo aferrarse a este sitio de privilegio, no hablemos de elevarlo, en especial cuando se hace ante los ojos del escrutinio público. El nivel de estrés se desborda y la ansiedad por el tercer miedo se activa. Y es que es cierto que el talento y la capacidad corren por cuenta de cada uno; no obstante, son en realidad los demás quienes determinan si lo que uno ofrece es convergente con lo que necesitan y con lo que la situación actual exige. En otras palabras, son los otros los dueños del éxito de cada individuo. Cuando ellos dicen “si”, es cuando se crean nuevas oportunidades y en los mejores casos, el renombre. Hay que admitir que el nuevo Presidente reelecto ha vencido por completo los tres miedos, y por ende, lo que él, quitado de la pena, contundente y brutal, promete cumplir, es de hecho, lo que la gente pide de acuerdo a los tiempos de hoy.
Entre hamburguesas chatarra y gorras hechas en China, ha usado su discurso político para derribar cánones morales, estándares de cortesía y las buenas maneras. El personaje de Christopher Reeves en la excelente película “Lo que queda del día” admitiría que este hombre ha desenmascarado a la política actual como una que rayaba en lo amateur, y la ha desplazado por la nueva “Real Politik”, a la que muchos rehuían porque los forzaba a un cambio que no estaban listos para afrontar. Es un gran reto abandonar la sonrisita amigable mientras se ordena un récord de deportaciones y se separan familias; o dejar atrás la imagen de rectitud inquebrantable y admitir conocimiento de un fallido programa que internó ilegalmente cerca de noventa armas largas automáticas a territorio mexicano. Esta hipocresía tenía que quedar atrás. Ahora la gente pide que alguien libre de fachadas haga el trabajo sucio de denunciar a inmigrantes como enemigos públicos, de poner freno a las “extendidas” libertades de las mujeres para evitar la natalidad, o que el tema de elección de género sea de nuevo sepultado en la ignominia. Pero este pensamiento que no se atreven a admitir en voz alta, ha sido expresado a través de un voto secreto, un oscuro secreto, que pondrá en acción sus deseos. Dos veces han dejado claro que este plan no puede ser llevado a cabo por una mujer; solo por un hombre, uno que no le tiemble la mano para llamarle a las cosas por su nombre sin importar a quién le duela o le indigne.
El otro día vi una campaña social en un periódico alemán. En el mensaje tratan de concientizar al público sobre la violencia contra las mujeres. El encabezado que manejan es: “No todos los hombres, pero siempre hombres.” Desde que lo vi, no he dejado de pensar en el futuro inmediato, recordando personajes que han dejado una huella destructiva en la historia: Stalin, Hitler, Hussein, Mussolini, Castro, Milosevic, Maduro, Putin, etc. No todos los hombres, pero siempre hombres. El eslogan infame de este siglo: “Make America great again” es muy debatible, si consideramos que la economía de EUA es la número uno en el mundo y diecisiete veces mayor a la de México (nosotros somos la economía número 12) y que el PIB per cápita norteamericano es de $80,300 dólares al año, un 20% más que en el 2020. (El de México es $14,000, lugar 66 en el ranking global). Desde el punto de vista económico, los datos gritan que “America is great now”. Sin embargo, nadie nunca está satisfecho, y él usó esto a su favor explotando las cosas que incomodan, por pequeñas que sean. Es como si uno viviera en una mansión de millones de dólares y estuviera inconforme porque la alberca no mide tres metros más de largo, y con rencor culpara eternamente al vecino porque su terreno se atraviesa e impide la ampliación o porque su casa no se ve tan ostentosa y desmerece a la nuestra.
Después del disturbio de enero 6 en el Capitolio, muchos estuvimos convencidos de que era el fin de su carrera política y que él pasaría el resto de sus días defendiéndose en tribunales o confinado como paria en Mar-a-Lago publicando diatribas en redes sociales. Nos equivocamos. Su movimiento se alzó como ave fénix y mucho más fuerte que nunca. Trátese de defender la posesión de armas o la condenación del planeta, el retorno a la Casa Blanca de su alteza serenísima vendrá acompañado de la mayor convicción de omnipotencia e inmunidad que hayamos visto de un líder norteamericano contemporáneo.
En retrospectiva y haciendo memoria de lo vivido en su periodo anterior, esta vez haré las cosas diferentes. En lugar de estar al pendiente de sus nuevos disparates y ocurrencias, en lugar de complacer algoritmos reforzantes de su culto a la personalidad, me abstendré de abrir reels, noticias, comentar en foros o siquiera escribir su nombre en la World Wide Web.
Se acerca una fecha muy querida por los vecinos estadounidenses, una en la que acostumbran juntarse y compartir celebrando la harmonía entre las razas y agradeciendo las bendiciones que la vida les ha brindado. Exactamente un mes después, cantarán “noche de paz, noche de amor” deseándoles a todos felicidad. ¡Qué delirante época estamos atravesando!
Sin lugar a dudas, estoy seguro de que no odio a nadie que haya votado por él, a pesar de que después de la elección, se haya encendido una alerta que me dice que, aunque sea un poquito, ellos a mí sí.
Me encuentro tan contrariado que mejor voy a compartir una receta para hacer un rico pozole rojo.
Pozole:
- 1 kilo espinazo o lomo de cerdo o una mezcla, pedazos medianos
- 500 gr maíz blanco reventado para pozole precocido (conocido como cacahuazintle)
- ½ cebolla blanca grande pedazos grandes
- 3 chiles guajillo secos sin semillas
- ½ cucharada comino en polvo
- 1 diente de ajo pelado
- Sal al gusto
- Pimienta negra al gusto
Para servir:
- Rábanos al gusto
- Lechuga o repollo al gusto
- Cebolla blanca picada al gusto
- Orégano seco al gusto
- Chile seco o en polvo al gusto
- Limones
- Tostadas o pan
Preparación
- Lava muy bien el maíz pozolero precocido bajo el chorro de agua.
- Coloca en una olla con bastante agua y cocina hasta que esté suave y los granos hayan reventado, unos 50 a 70 minutos.
- Coloca la cebolla, ajo y la carne de cerdo en una olla. Cubre con 3 ½ litros de agua y cocina a fuego medio durante 1 hora o hasta que la carne se sienta suave.
- Una vez cocida retira la cebolla y ajo del caldo. Retira la carne y deshebra (no tires el agua de cocción ya que ahí vamos a agregar la salsa y los demás ingredientes).
- Con una cuchara o espumadera retira la espuma que se va formando.
- Hierve 2 tazas de agua y viértela en el vaso de la licuadora. Agrega los chiles (sin rabo y semillas) junto con el comino y el ajo que retiraste de la olla (opcional).
- Licua hasta que no queden grumos y vacía en el agua de cocción del cerdo.
- Agrega la carne deshebrada, el maíz pozolero cocido, sazona con sal – pimienta al gusto.
- Cocina tapado por 60 a 80 minutos a fuego medio bajo. Rectifica sazón y sirve caliente.
- Puedes preparar desde la mañana y dejar sobre la estufa (con el fuego apagado) para que el pozole tenga tiempo de reposar y tener un sabor más rico o bien servir al momento.
- Sirve caliente con rábano, repollo o lechuga, cebolla, orégano seco, limón y chile en polvo.
Notas
CARNE: Hay veces que en vez de usar 1 kg de espinazo uso 500 gr carne de cerdo para guisado. De las dos maneras me gusta mucho como queda, ya puedes elegir la que más se te antoje o bien usar tu carne o corte favorito para hacerlo.
TIEMPO DE COCCIÓN: Mientras más tiempo dejes cocinar más tiempo tendrán los sabores de mezclarse bien y va a quedar más rico.
