Cultura Pop, entretenimiento, Food 4 Thought, la experiencia humana, Marketing, mexico, musica, People, sociedad, vida

EP148: El corrido tumbado.

La noticia de 8 de febrero llamó mi atención: “Matan en BC a Chuy Montana, cantante de corridos tumbados”. El detalle narraba el secuestro y asesinato a balazos, así como el posterior abandono del cuerpo esposado sobre la carretera Rosarito-Tijuana. El cantante tenía 19 años. ¿Cuál era la historia de este muchacho antes de su muerte? Fue cuestión de meses para que se hiciera popular cantando corridos tumbados (también conocidos como bélicos) de su propia composición en la vía de la garita San Ysidro de Tijuana, una de las más transitadas de México. Un buen día, Jesús Ortiz, vocalista de un grupo de este tipo de música, Fuerza Regida, lo escuchó cantar “Porte de Scarface”, la misma canción que una vez contratado en su sello musical, se convirtió en su carta de presentación. Jesús Ortiz fue detenido tres días antes del crimen por intentar contrabandear mariguana de Estados Unidos hacia México vía Mexicali. El pasado Octubre, Fuerza Regida, originarios de California, cancelaron conciertos debido a amenazas por parte del Cartel Jalisco Nueva Generación, CJNG. Esto mismo le ocurrió al nuevo artista Grammy, Peso Pluma, cancelando su presentación en TJ en septiembre ante la aparición de una narco manta amenazante.

Es posible que el homicidio haya sido perpetrado como un acto de venganza por conflictos de comercialización o jerarquías. La alcaldesa afirma que no tenía nexos con el crimen organizado, pero su música influyó en su secuestro y posterior homicidio. Todo el asunto me dejó consternado, más aún porque ya había escuchado reportes de prohibiciones de este subgénero musical en TJ, de órdenes de investigación a cantantes y promotores del movimiento musical por parte de la alcaldesa. 

Chuy Montana, 19, asesinado el 7 de febrero
Montserrat Caballero, alcaldesa de Tijuana, prohibió eventos con participación de corridos tumbados o narcocorridos en la localidad.

¿Qué hay detrás de esta nueva corriente musical? ¿De dónde surge y qué representa? ¿Cuál es el motivante para escucharlo?

Recordé una discusión que tuve alguna vez en Facebook con un tipo de  Arizona. Él decía que no le gustaba la música mexicana. Yo pregunté a qué tipo de música se refería. Me contestó que toda. Tenía que aclararle que “música mexicana” engloba muchos subgéneros. No supo explicarse muy bien, pude captar referencias a música regional escuchada por sus capataces y ayudantes en el campo durante las faenas del turno. La música mexicana es vasta en géneros y subgéneros, especialmente por la inmensidad de territorio con tantos matices folklóricos y culturales. Algo así como la gastronomía. En lo personal, admito desconocer mucho de la música regional norteña, porque así como el gringo del FB, tampoco soy fan. Tex Mex, banda sinaloense, tambora, sierreño, duranguense, tecnobanda, cumbia, vallenato y el corrido, me provoca más indagar acerca de sus orígenes y aportación cultural, que de las melodías. Son tantos los mexicanos viviendo en Estados Unidos que su influencia musical es innegable. El corrido es históricamente el género de predilección para narrar sucesos semi heroicos de delincuentes y criminales mexicanos. ¿Cómo se diferencia del corrido tumbado?

Durante la revolución mexicana, el analfabetismo era común entre la población, por esta razón, lo que sucedía en los distintos frentes civiles se comunicaba a través de canciones; no había que leer, bastaba escuchar y pasarlo a otros como testimonios de lucha. Algo así como un noticiario popular. Así fue como nació el subgénero musical del corrido y se mantuvo como algo propio de las clases bajas por sesenta años. Cuando llegan exponentes como los Tigres del Norte, Ramón Ayala, Los Cadetes de Linares, los Alegres de Terán y los Invasores de Nuevo León, el corrido se rediseña e inicia a contar historias de nuevos “caudillos” y “adelitas” como Camelia, La Tejana (que salió de San Ysidro, por cierto, al igual que Chuy Montana), Juan de la Fuente, el Pata de Palo o Ezequiel Rodríguez; que en lugar de luchar por tierra y libertad, traficaban droga, cometían atracos o eran pistoleros (sicarios). Estas nuevas leyendas glorificaron el subgénero, al grado que hacerle un corrido a alguien era como hacerle una calavera en día de muertos. El tema predominante era esta apología del crimen, o sea, una incitación a delinquir; de alguna manera escuchábamos el mito de algún personaje que se atrevió o se salió con la suya o ambos. Cosas que nosotros los mortales ni en sueños.  

Una niña de 16 años celebra su cumple con tema sicario

En 1931 se incluye por primera vez en el Código Penal el apartado sobre “Delitos contra la salud”, en los que se contemplaría el uso de estupefacientes. No sería coincidencia que en ese mismo año se haya grabado el probable primer narcocorrido de la historia, “El Pablote”, el cual  detalla las hazañas de un traficante de morfina de la época. Adelantamos al siglo XXI. El narcotráfico explotó y de pronto se hizo una actividad aspiracional o de escape para un segmento de la población. El exceso, el peligro, el poder que un arma y un grupo armado criminal de respaldo otorgan, se convirtió en el sueño de much@s. Hacer realidad el deseo de experimentar la opulencia que de otra forma no alcanzarían; aunque fuera por un par de años (antes de ser encerrados o «desaparecidos»). Esta nueva aventura reafirmante de que “la vida no vale nada”, dio luz al narcocorrido. Narraciones musicalizadas acerca de las viscisitudes de los narco jugadores; irreverentes, reales en muchos casos, que se cantan lo mismo en pick up trucks que en carnes asadas y borracheras, afirmando la admiración hacia criminales y su legado. 

Para el 2010, surge una corriente musical llamada “corrido enfermo”. El sonido era similar a lo conocido en el narcocorrido, la diferencia era el contenido lírico híper violento. Aquí hablaban de acciones específicas de extrema violencia, haciendo mención a formas de tortura y asesinato. En avance a la segunda década del siglo, surge un movimiento en Estados Unidos desde las terceras generaciones de mexicanos migrantes, el corrido tumbado. Se acerca mucho al corrido enfermo en sus mensajes, agregan temas de drogadicción y sexo;  la diferencia está en la música que acompaña. Ahora los ritmos fusionan elementos del sonido hip-hop, rap, trap, a veces hasta reggaetón; música a la que esta generación ha estado expuesta dada la localización geográfica en la que se encuentran. Este subgénero es un resultado cultural inevitable de la nueva generación. En algunos casos y con ciertos exponentes, las letras de las canciones se focalizan más en la violencia y por ello se les conoce como “corrido bélico”. Éstos exponen temas relacionados con soldados, armas, ajustes de cuentas, emboscadas y balaceras entre ejército y cárteles, por ende, la naturaleza de este subgénero es beligerante y rijosa; sirviéndose de un lenguaje explícito y provocador. 

¿Cuáles son los principales exponentes del corrido tumbado/bélico? Es un hecho que la capacidad vocal de los cantantes, que apenas rebasan los 20 años, no es lo que atrae seguidores al subgénero. Tiene mucho que ver la imagen y los mensajes. Los trajes regionales fueron intercambiados por la ostentación de marcas de diseñadores globales en la vestimenta, combinada con joyería enorme y pesada, y la compañía de sendos séquitos, son la regla. A diferencia del narcocorrido, donde el cantante compartía versos relacionados con ilegalidad, complicidades y corrupción en calidad de secreto a voces, o bien, se lamentaban sobre la pobreza y la desafortunada vida que tuvieron, el nuevo exponente del corrido tumbado habla de estos temas abiertamente, con orgullo retador y flagrancia. La pobreza pasó a ser un tema obsoleto, sustituido por la suntuosidad (¿ejemplar de la ristra de políticos corruptos a la que han sido expuestos?), el lujo y el consumo. 

Los dos principales cantantes de corrido tumbado en la actualidad son Peso Pluma y Natanael Cano, a quien se le atribuye la creación del subgénero. Hassan Emilio Kabande Laija, para nosotros “Peso Pluma” es el fenómeno musical que ha llegado a presentarse en el show de Jimmy Fallon, recibir un Grammy en 2023 y alcanzar 101.8 millones de reproducciones en streaming de su álbum “Génesis”.  Otros representantes del corrido tumbado son Junior H, Luis Conríquez, Fuerza Regida, Gabito Ballesteros, Eslabón Armado. Así, corridos como “CH y la Pizza” (Fuerza Regida y Natanael Cano), “Siempre pendientes” (Peso Pluma y Luis R), “Los del Golfo” (El Fantasma) hacen alusión legendaria al Chapo Guzmán, a su hijo Iván Archivaldo Guzmán Salazar (a través de un verso que dice “Todos patrocinados por un tal vienen y van”, entendiéndose la referencia a Iván) y al Cártel del Golfo por igual. 

«Lo piensas, te lo imaginas, lo materializas. Todo es posible, depende del hambre que traiga cada quien». Natanael Cano
Natanael con Jesús Ortiz de Fuerza Regida.

En el corrido de Peso Pluma con Jasiel Nuñez, “Rosa Pastel”, se habla de la “droga de los ricos”, la cocaína rosa, consumida tradicionalmente en Europa. También se refieren al cristal, drogas de moda, usan claves como PRC que significa éxtasis, cocaína y cristal.  Esta narcomoda trasciende las historias acerca de capos y se trata ahora del público como consumidores o participantes de la actividad del narco, usando como testimoniales de éxito al dinero, las mujeres, las armas y las posesiones. Es una hipérbole de los símbolos de estatus vinculándolos con poderío y respeto. 

Luis R. Conríquez en Versace con Natanael Cano en Burberry

Me detuve por un momento a echar un vistazo a videos de Natanael Cano y Peso Pluma para luego compararlos con los de Dr. Dre, Snoop Dogg y Travis Scott. La similitud de los temas visuales es asombrosa. Beach parties, tatuajes interminables, coches modificados, mujeres, alcohol, derroche. Son los temas de predilección. En las letras hay conjunción de ideas en cuanto al respeto, al negocio, al control. Así que, sí, es correcto, este subgénero musical es una fusión regional que emana de los barrios negros y latinos del sur de California y Texas, del folklore norte de Baja California, Sonora, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas, con una influencia musical e ideológica sinaloense. Es difícil encontrar un intérprete o compositor de corrido tumbado que pase de treinta años, de hecho y como mencioné antes, la mayoría pertenecen a la generación Z, con la variante de que en este cluster social, nos referimos a las terceras generaciones de aquellos latinos, en su mayoría mexicanos, que llegaron a los Estados Unidos de manera ilegal. Los nietos crecieron en casas con aire acondicionado y coches, con un driveway y un backyard, en barrios poblados por familias hispanas y afroamericanas. De aquí la influencia de ritmos urbanos en este subgénero, sin olvidar nunca la raíz, la música regional mexicana. Para ellos, a diferencia de sus abuelos y en cierta medida sus padres, la necesidad de sobrevivir dentro de un entorno extraño con un idioma distinto, no figura en sus vidas. La penuria se ha sustituido por la party y por el power, la supervivencia tiene que ver con la afiliación al círculo social correcto. 

Estamos frente a un fenómeno social que va más allá de su expresión musical. Tiene que ver con un factor antes estudiado por varios próceres de la literatura, refiriéndome a Octavio Paz, Antonio Caso y José Vasconcelos. Se trata de la mexicaneidad. Octavio Paz dijo que “el adolescente se asombra de ser. A los pueblos en trance de crecimiento les ocurre algo parecido. Su ser se manifiesta como interrogación: ¿qué somos y cómo realizaremos eso que somos?”. Estamos frente a la duda generalizada de la última generación. Una prerrogativa sobre cuál es el valor verdadero de la vida: dedicar el tiempo a trabajar y servir a un ente sin rostro, la corporación; o capitalizar la valentía que la juventud otorga reinventando la realidad al minuto. Sin embargo, esta búsqueda generalizada de una identidad ajena a la productividad se contrapone al mexicano que Vasconcelos conceptualizó: el de un autogestor, un hombre de trabajo que conquistaría un progreso para sí mismo y por añadidura, para toda la sociedad. La manifestación del corrido tumbado derroca por completo a la mexicaneidad productiva de Vasconcelos y abraza más la visión de Antonio Caso, que negaba el ostracismo y la individualidad egoísta y creía en la construcción cultural a través de la comunidad. Coincido con su aseveración de que “la cultura humana es siempre la síntesis de sus valores”. El hecho de que un track de Natanael Cano o Luis Conríquez registre millones de reproducciones no implica necesariamente que sea bueno. El mensaje verdadero es que existen millones de jóvenes hispanos inconformes que sueñan con abundancia y respeto, siendo este último factor un subproducto que proviene del dinero, las armas y la beligerancia. Nunca he sido partidario de la censura y no pienso empezar ahora. Todos tenemos derecho a expresarnos como queramos. Donde tengo problema es en el hecho de que se premie este mensaje y esta calidad musical con Grammy a mejor álbum regional y tejano. ¿Fue en verdad Peso Pluma el mejor exponente, tanto así como para premiarlo y mostrarlo como modelo de la industria? Escuché su álbum, escuché después las canciones con más reproducciones del subgénero. Para mi gusto, nunca encontré armonía en la vocal, la musicalización es repetitiva y en momentos, enervante y aburrida. Hay un término coloquial que solían usar las generaciones de antes y ha caído en desuso; de acuerdo a la RAE denota algo “de mala calidad”. Me refiero a la palabra “chafa”. Ahora se ha cambiado por “básico”, menos agresiva. Una producción musical, así como una manufactura, puede ser básica o chafa… de mala calidad. Esta es mi opinión personal, sé que pueden haber otras y defiendo el hecho de que las haya, pero una vez más, la reproducción masiva trae dinero, los beneficiados de ese dinero (agentes, disqueras, artistas) van a aplicarlo de tal forma que la máquina no se agote (si no pregunten a la Swift o a Beyonce).  En cualquier caso, los nominados que competían contra el “Génesis” de Peso Pluma fueron Lila Downs, Ana Bárbara, Lupita Infante y Flor de Toloache. ¿Es la selección del ganador un referente al momento actual de la música regional mexicana o nos están mostrando aquéllo que va un paso adelante? No sé cómo debamos interpretarlo, pero algo que no pasa desapercibido son las personalidades influyentes que desean permanecer vigentes y relevantes colgándose del sonido de moda y más que rápido producen canciones derivadas. El mejor ejemplo es Belinda y su más reciente “Cactus”, un corrido tumbado a su manera. En este track, Belinda prepara el mood con “Ya volví, Beli, Beli, bélica…”. Me pregunto qué tanto sabe Belinda de la cultura detrás del corrido bélico. Me pregunto si sabe del horrible asesinato de Chuy Montana. Me pregunto si ella misma, una influencer con millones de seguidores, se ha llegado a cuestionar las implicaciones de enaltecer este subgénero violento e incitador y qué tanto desea ser asociada con él. Qué tanto falta para escuchar versiones de otras como Shakira, (Thalía ya hizo una), Paulina, Rosalía, Ricky Martin, et al. Ya lo hicieron con el reggaetón, qué les impide grabar algo similar a lo que domina la lista de Spotify de los más reproducidos en México. 

Peso Pluma se presenta con Jimmy Fallon

Decía Octavio Paz que el mexicano se plantaba en su arisca soledad, espinoso y cortés al mismo tiempo, valiéndose de todo para defenderse: el silencio y la palabra, la cortesía y el desprecio, la ironía y la resignación; siempre lejano, del mundo, de los demás y también de sí mismo.  Paz escribió el «Laberinto de la Soledad» hace más de setenta años. No ha habido otro tratado sobre la mexicaneidad tan contundente desde entonces y me atrevo a decir que es porque tampoco el tejido social mexicano había mostrado un dinamismo como el de este siglo. La nueva generación también se ofende fácil (Viene a la mente Yahritza y su Esencia, el grupo regional de origen norteamericano cancelado antes de despegar por no hablar bien de la comida mexicana durante su visita a México), pero ya no callan ni otorgan. El encierro y la muralla aislante de la que el Nobel de literatura hablaba como escudo protector del mexicano se han roto. El público está enlazado y sus hilos conectores son los recientes valores que la nueva música regional exalta. Ya no hay conformismos, ya no hay vergüenza en la pobreza o la drogadicción. Ya no hay aspiración a la excelencia ni al conocimiento, sólo a pasar un buen rato. Quizás estamos en ese punto histórico donde los jóvenes anhelan cosas que escuchan en sus auriculares mientras ven la salida del alba en el transporte colectivo rumbo a la maquiladora.

Deja un comentario