¿Por qué las cosas que sucedieron muchísimo tiempo atrás son las que atraen los recuerdos más vívidos? Se atribuye a varias causas emocionales y cognitivas; en mi caso, por ejemplo, tiendo a conectar la memoria de años pasados al momento cultural que prevalecía en el cine, los libros, las artes y, en especial, la música. Las canciones de los ochenta que más me gustan, las tengo enlazadas con la nostalgia de las situaciones personales que vivía en aquellos tiempos. Este fenómeno solo se acentúa si la música va acompañada del video. Si escucho a Olivia Newton coreando «Physical» me transporto a los días en que veía a mi mamá jugar tenis con sus amigas en un club deportivo. Cada vez que veo el video de Tears for Fears de «Everybody wants to rule the world«, aparece una fotografía en mi mente del salón 12 en la prepa donde estudié. Cuando escucho canciones de Madonna del disco «Like a virgin» (1984), no puedo evitar situarme en el estudio de mi mejor amigo de la secundaria. Ahí tenía su papá su equipo de sonido, que parecía un pequeño robot, y nos pasábamos una tarde completa reuniendo sus discos y los míos para grabar un cassette de música con los éxitos del momento. Nuestra guía era la lista de Billboard Top 100. Su papá la seguía religiosamente, un aficionado del pop contemporáneo. En ese entonces, mientras mi papá escuchaba a Marco Antonio Muñiz y Manoela Torres, el suyo prefería a The Cars y Pat Benatar. De esta forma, yo llevaba los discos que compraba con mi mesada y junto con los del papá de mi amigo, grabábamos en tres horas una selección genial de música. Descubríamos artistas y sonidos nuevos comiendo palomitas y tomando limonada. Ojalá fuera posible volver a pasar tardes como esas.

Desde su creación el 4 de agosto de 1958, el Top 100 de Billboard ha sido la más importante referencia de popularidad musical en Estados Unidos. La lista se mide semanalmente y su parte más crucial corresponde a las primeras cuarenta posiciones; es donde se ubican la popularidad y el dinero.
Hasta 1991, los parámetros de medición eran el sell-in de las marcas de discos hacia las cadenas minoristas, aunado a la rotación que los jockeys de las estaciones de radio reportaban. (Esta palabra evolucionó al apelativo DJ, Disc Jockey y, desde que se creó MTV, al de VJ, Video Jockey)
A partir de 1991, la medición se hacía a través del «Soundscan«, las lecturas de los códigos de barra de ventas al detalle (sell-out), minimizando el margen de error que los reportes anteriores solían presentar al considerar unidades que podían estar estacionadas en anaqueles o bodegas. La lista se volcó por completo a la venta de unidades y no de dólares. En 1998, anexaron el conteo de los minutos totales al aire de canciones de acuerdo a muestras de las principales estaciones de radio en los Estados Unidos. La repercusión de la era digital inició en 2005. La lista tomó en cuenta el número de archivos descargados en los sitios de Apple y de las disqueras. A partir de 2012, la métrica dominante es el streaming que notifican Spotify, Apple music y Youtube. La idea inicial para tomarlos en cuenta era que, esta metodología reflejaría lo que la gente realmente escucha.
Cuando se dieron cuenta de que una persona podría escuchar una canción decenas de veces en una semana, a veces más de cincuenta; con la colectividad el efecto se multiplicaba en millones causando un desorden que los obligó a crear una fórmula que regulara los números. Por ejemplo, el último álbum de Taylor Swift, «The life of a showgirl«, con fecha de publicación el 3 de octubre, tuvo, al 27 de octubre, 681 millones de reproducciones de streaming y 3.48 millones de ventas. Para efectos de Billboard, el álbum tendría 4 millones de «unidades equivalentes» vendidas.
Desde sus inicios, Billboard ha tratado de controlar la permanencia de canciones en su listado. Por ejemplo, si una canción caía más abajo del puesto 25 y tenía más de 25 semanas figurando en la lista, de acuerdo a la regla, la quitaban. Lo mismo aplicaba para canciones con 20 semanas en la lista y salían de los primeros 50 lugares. Sin embargo, en octubre 29, las reglas cambiaron. Ahora, si una canción tiene más de 78 semanas en la lista y no está en los primeros 5 sitios, se va. Si tiene más de 52 semanas y baja del décimo puesto, se va. La regla de las 20 semanas permanece.

Los cambios surtieron efecto inmediato para cuatro canciones que salieron de la lista en esa semana:
a) «Lose Control» de Teddy Swims, llevaba más de dos años en el top 100 (112 semanas) pero solo una en el número 1. Se mantuvo la mayor parte del tiempo por debajo de los primeros 50 pero, la gente la seguía escuchando.
b) «Beautiful things» de Benson Boone. Alcanzó 89 semanas en la lista y lo más alto que llegó fue el número 2.
c) «A bar song (tipsy)» de Shaboozey. ¡Pasó 19 semanas en el número 1! Después de 77 semanas en el top 100. La semana anterior a los cambios se ubicaba en el puesto 16.
d) «Die with a smile» con Lady Gaga y Bruno Mars. Después de 5 semanas en el primer puesto y 60 en el top 100.
La canción que se salvó fue «Wildflower» de Billie Eilish que alcanzó una posición máxima en el sitio 17 y que, después de 70 semanas en la lista, se ubicó en el sitio 50. Le dieron una semana más y ¡adiós!
Las nuevas reglas se crearon con el propósito de autodepurar el listado y mantenerlo con una variedad actual porque, al final, este listado se trata de lo nuevo y no de lo habitual. Para referencia, aquí un listado de las canciones con mayor número de semanas en la lista. Ninguna fue regida por la métrica anterior al streaming.

Supongo que esto ayuda también a los mismos artistas para que sencillos nuevos no se queden rezagados debido a uno anterior obstaculizando su ascenso. Queda, sin embargo, un problema por resolver, uno perteneciente a la era actual del streaming. Se le conoce como «Album Bombing«. La industria musical se ha vuelto brutalmente estratégica y, mientras que en la época del acetato un disco contenía en promedio seis o siete canciones de cada lado, en la era digital las disqueras permiten que sus artistas predilectos incluyan cuantos tracks deseen y mientras mayor el número, mejor. Vuelve a aparecer como ejemplo Taylor Swift, con su disco «The Antology» con 31 canciones en total. ¿A qué se debe? En la actualidad, los fans pueden escuchar no una, sino todas las canciones de un álbum múltiples veces. Esto ocasiona que el artista ocupe varios puestos del Billboard con tracks del mismo disco simultáneamente. Taylor Swift es la reina de este fenómeno. Ella es la única persona que ha logrado dominar en tres ocasiones al menos los diez primeros lugares con canciones del mismo disco:
5 nov 2022, álbum «Midnights«, sus canciones ocuparon los 10 primeros lugares.
4 mayo 2024, álbum «The tortured poests department» (edición deluxe subsecuente es el mencionado «The Antology» con 31 canciones), dominó los primeros 14 sitios.
18 oct 2025, álbum «The life of a showgirl«, los primeros 12 puestos.

Otros artistas que han logrado bombardeos:
18 sep 2021, Drake. Álbum «Certified Lover Boy«, los primeros 10 lugares.
7 dic 2024, Kendrick Lamar. Álbum «GNX», el top 9.
31 mayo 2025, Morgan Wallen. Álbum «I’m the problem«, 6 canciones en el top 10.
En el bombardeo, la lista se convierte en el monopolio de un artista por una semana. Para los fans resulta fascinante, pero confuso para los demás. Estas rarezas evidencian el momento por el que la industria atraviesa: estrategia antes que canción. Se pierde el proceso creativo, se homologan los sonidos y se vuelve una receta de cocina: vocales susurradas (Billy Eilish, Sabrina Carpenter), sonidos sci-fi (The Weeknd, Harry Styles), melodía de una nota (Swift), guitarras retro (Bruno Mars), dreamy sounds (SZA, Justin Bieber), disco beats (Dua Lipa).
Las estaciones de radio también se rinden a la tendencia y programan con mayor frecuencia las canciones con mayor streaming para mantener a la audiencia sintonizada. «The fate of Ophelia«, el primer sencillo promocional de Taylor Swift, se reproduce cada 55 minutos en las estaciones de mayor popularidad. De pronto vemos al streaming como la recompensa a la actividad de la base de fans y no al mérito musical de un artista. Dicho sea de paso, los algoritmos en las apps de música influyen también en el resultado. Son la mano invisible que empuja las canciones en reproducciones aleatorias y sugerencias en playlists de «Descubrimiento semanal» para los usuarios, creando un desbalance entre reproducciones incidentales versus intencionales.
En el pasado, se priorizaba el impacto de una canción antes que el volumen de tracks en un mismo álbum. Las disqueras planificaban lanzamientos dosificados de sencillos con la finalidad de alargar el mayor tiempo posible la vida comercial de los discos que producían, creando LP’s icónicos para la posteridad. Por ejemplo, los sencillos de Janet Jackson con su disco «Rhythm nation» salido en octubre de 1989:
«Miss you much«, 7 octubre 1989, 4 semanas en el #1
«Rhythm nation«, 6 enero 1990, 2 semanas en el #1
«Escapade«, 3 marzo 1990, 3 semanas en el #1
«Alright«, 2 junio 1990, 1 semana en el #1
«Come back to me«, 18 agosto 1990, 2 semanas en el #2
«Black cat«, 27 octubre 1990, 1 semana en el #1
«Love will never do without you«, 19 enero 1991, 1 semana en el #1
Esta táctica de sencillos logró extender el éxito de un mismo disco a lo largo de tres años. Menos canciones, mayor impacto. Replicaron el camino con Michael Jackson, Madonna, Whitney Houston, Mariah Carey, entre otros. Sin embargo, el cambio de los tiempos ha originado resultados contrastantes:


Los éxitos de los artistas actuales superan por mucho a los de la vieja escuela. Quizás Billboard debería adoptar las reglas de otros países, por ejemplo, en Reino Unido no permiten más de tres canciones del mismo artista a la vez en el top 100. Otra opción podría ser asignar un tope de reproducciones a contabilizar por un mismo usuario por semana en los servicios de streaming, algo difícil de lograr.
De esta forma, la lista refleja más lo que se repite y no lo que se descubre. La nostalgia de mis tardes de grabación con mi amigo de la infancia surge del sentido de descubrimiento y curiosidad que sentía al escuchar canciones o artistas por primera vez. Era casi por accidente, porque el papá de mi amigo las escuchaba, o porque estaban en los últimos veinte sitios del Billboard, o eran nuevas entradas a la lista. No me perdía en MTV el conteo del top 20 de videos y de pronto pasaban algo totalmente nuevo y único: Talking Heads, Bowie, Missing Persons, Björk, ‘til Tuesday, Morrisey, The Cure, Depeche Mode, etc. Extraño esos días en que los artistas, en especial los nuevos, se desvivían por deslumbrarnos con su talento; querían más que nada alcanzar el éxito y se esforzaban por conseguirlo, era real y nosotros éramos los dueños de que eso sucediera. Ahora, esto se ha perdido, los cantantes se vuelven formulaicos, ya no deslumbran de la misma manera y su música prácticamente nos es indoctrinada por los algoritmos. Ya no autorizamos su inmortalidad. Es como si la trascendencia radicara en mantenernos en el mismo estado de ánimo, en el mismo beat, durante todo el día. Ahora, el que quiere variedad tiene que esforzarse un poquito más para encontrar ese artista y esa canción que lo tome por sorpresa. El shazam es una buena herramienta, sobre todo en el cine o en cafés trendy. Sumergirse en el spotify, dedicar energía para burlar el algoritmo puede tomar tiempo, pero vale la pena.
Es posible que las nuevas reglas del Billboard no hayan resuelto del todo la confiabilidad de la lista pero, al menos son muestra de que hay disposición a evolucionar. Uno, como radioescucha o fanático musical, tiene la encomienda de ir más rápido; es la forma de escapar a la nostalgia que se esfuerza tanto por atraparnos en cárceles como el 90’s pop tour, bailes del «Rolando los años» o las playlists con éxitos de ayer, hoy y siempre.
Gracias a @popchartsnerd por su input.
