Mientras más viejo me hago, menos control tengo de mis dolores. Ahora duele aquí, ahora allá. ¿Dónde me pegué? No me acuerdo, no sentí. Si fuera tan sencillo como eso. Resulta que los achaques no siempre tienen relación con un trauma físico, sino con uno emocional. Estas cargas se reflejan en lugares insospechados, por lo pronto aquí hay nueve:
- Caderas. Emociones reprimidas o un duelo sin procesar. Con razón la gente chilla cuando hace estiramientos de cadera en el yoga.
- Hombros. Estos pobres son los que cargan las responsabilidades del mundo. Cuando esa cruz es muy pesada, el cuerpo la va a reconocer antes que la mente. Me urge una profunda conversación con ellos.
- Espalda baja. Temor a la inestabilidad financiera o emocional. El miedo no anda en burro pero, sí en los erectores. Cuando reina la incertidumbre, aquí es donde la tensión se acumula y brota.
- Quijada. Ira reprimida y palabras atrapadas. ¿Apretones de muelas por las noches? El cuerpo se está guardando las cosas que necesitan decirse.
- Pecho. Corazones rotos y profundas tristezas son los culpables del dolor de pecho. Si a las emociones no se les da permiso de sentirse por completo, se estacionan aquí para esperar su momento.
- Cuello. No es la bola de años. Se trata de conflictos internos y la supresión de libertad de expresión. La tensión de una vida no muy alineada con la verdad.
- Estómago. Ansiedades y traumas no resueltos. ¿Duele la pancita? Entonces el cuerpo está procesando algo más que comida.
- Manos. Temas de control. Si con frecuencia uno se siente abrumado o que las cosas se salen (ejem) de las manos, es signo de que no estamos confiando en el curso natural de las cosas.
- Rodillas. Renuencia al cambio. La resistencia a avanzar, al progreso, a la construcción de nuevos mundos, se manifiesta aquí.
Por si fuera poco, existe también otro participante conocido como «Dolor viscero-somático». Ajá. ¿En qué consiste? A veces hay dolor en un lugar pero lo que lo causa está en otro. ¡Qué divertido! Por ejemplo, un problema con el hígado o la vejiga se puede manifestar con síntomas en el abdomen así como en el hombro derecho. Otro caso es el infarto. El síntoma más común es el dolor de pecho; sin embargo, puede manifestarse con dolor en el lado izquierdo del cuello, la mandíbula, el hombro o el brazo. La teoría dice que el cerebro es incapaz de distinguir de dónde proviene el problema debido a la proximidad de los nervios en la médula y esto manda una señal de dolor tanto en el pecho como en las otras áreas.
En conclusión, supongo que la edad otorga los permisos para dejar de andar cargando con las chingaderas de los demás y mandarlos a volar, para no guardarse las cosas y llamarlas por su nombre y para dejar de andarse justificando y preocuparse por las emociones de otras personas. Todo eso. Que los jóvenes y los políticos se preocupen por las consecuencias de sus exabruptos e indiscreciones. La señora le dijo al doctor mientras se apretaba el antebrazo: «me duele cuando me agarro aquí, doctor». «Pues déjese ahí», con sabiduría le contestó. Habrá que seguir el consejo.
