Terminaron los juegos olímpicos de París 2024 y ¡qué increíble apertura y cierre! ¡Lady Gaga! ¡Celine! ¡el dios Baco! ¡Tom Cruise! En lo personal, soy fan de las olimpiadas, de hecho, mi sueño es un día presenciar algunas. Solía tener una idea de qué deportes me gustaría ver en persona, solo que ahora, por una cosota(!!) u otra, ya hasta el salto de garrocha se convirtió en evento de interés global.
Me llamó la atención lo de la ausencia de Rusia y Bielorusia. Recordé la primera vez que escuché la palabra «boicot». La asociaba con las Olimpiadas porque la conversación que escuchaba de los adultos tenía que ver con Moscú. Yo, de nueve años, no entendía bien a qué se referían. Solo me enteré de que la URSS arrasó con el medallero y se rompieron treinta y seis récords mundiales. Después, en 1984, cuando la ciudad sede sería Los Angeles, otra vez la palabrita. Aquí capté al fin a qué se referían con el verbo «boicotear», pero hasta ahí. Imaginé que en Los Angeles, los rusos se la regresaron a los gringos, pero por otro lado me preguntaba de qué serviría eso, dado que los deportistas estaban listos para competir y se iban a perder de tantas medallas. Pues bueno, eran los tiempos de Guerra Fría tanto durante los juegos de Moscú como en los de Los Angeles. Ahora, con la descalificación de Rusia, me he cuestionado el trasfondo de estas acciones y el resurgimiento de las tensiones internacionales que creíamos superadas.
Ok, primero el origen de la palabra boicot:
Es un anglicismo que se deriva del apellido del capitán Charles Cunningham Boycott, un administrador inmobiliario británico que gestionaba las fincas de un terrateniente irlandés en la segunda mitad del siglo XIX. Boycott desalojó a un grupo de granjeros que protestaban por los cobros abusivos del terrateniente. Los granjeros decidieron unirse y organizarse para que ninguno de ellos trabajara ni comerciara con Boycott. Hoy en día, el término «boicot» se utiliza para describir una acción que se dirige contra una persona o entidad para obstaculizar el desarrollo o funcionamiento de una determinada actividad social o comercial.
Me late que en la actualidad preferimos usar el término «cancelar», digo, simplificando el léxico, n’est ce pas? Vinculemos a esta explicación de boicot la premisa máxima regidora del Comité Olímpico Internacional (COI): «La visión del COI es construir un mundo mejor a través del deporte». Cualquier nación cuya conducta o políticas estén en conflicto con esta visión podrán ser suspendidas de su participación en el evento. De esta forma, Rusia, o la anterior URSS, no ha sido extraña ni a los boicots ni a las suspensiones. En 2020, para las competiciones en Tokio, ningún atleta podía representar a Rusia (extendido a los Juegos Paralímpicos) debido a que la Agencia Mundial de Antidoping descubrió que esta nación apoyaba el dopeo en sus atletas para mejorar el desempeño. Orginalmente la sanción duraría cuatro años, pero la Corte de Arbitraje Deportiva redujo la sentencia a dos. Quién diría que ni los rusos ni los bielorusos acudirían a París por una razón distinta y mucho más ominosa: la ocupación de Ucrania. Ambos países están involucrados en una guerra atroz que reta a la visión de paz del COI. No obstante a las sanciones, los deportistas rusos con resultados limpios en sus tests antidoping y que se oponían a la invasión en Ucrania, han podido competir como «Atletas Neutrales» sin portar ningún tipo de bandera y omitiendo el himno nacional ruso durante la inauguración o las premiaciones, en caso de ganar medallas de oro. Para el COI, Rusia ha sido el «niño problema» consistentemente a través de los años y no nada más desde 2016 en Río.
Otros países que han estado en la lista negra del COI: En 1920 para los Juegos en Amberes, Turquía, Hungría, Austria, Bulgaria, Alemania por su papel durante la Primera Guerra Mundial. De todos ellos, únicamente sancionaron a Alemania en 1924 París por la misma razón. En 1948, Londres, nuevamente Alemania, esta vez junto a Japón, como penitencia a sus crímenes en la Segunda Guerra Mundial (aparentemente, las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, así como los campos de concentración de Stalin en Rusia o de japoneses en California no fueron tomados en cuenta para estos efectos). Debido a las políticas del Apartheid, Sudáfrica fue excluida desde 1964 en Munich hasta 1988 en Barcelona (más adelante tocaré el tema del primer boicot registrado con relación a este punto). Zimbawe fue suspendida en Munich 1972 y Montreal 1976 por mantener un gobierno radical y racista. Finalmente, Afganistán fue suspendido para Sydney 2000 por la discriminación hacia las mujeres y la prohibición de los deportes en el país. De todos ellos, únicamente Rusia y Bielorusia permanecen cancelados.
Entonces, ¿cómo surgieron los boicots? Dejar de asistir voluntariamente a los JO aunque sea en detrimento de los deportistas que pasaron al menos cuatro años preparándose. La idea se estrenó en Montreal 1976. Aquel tema del Apartheid se infiltró causando el primer boicot masivo en la historia olímpica. La raíz del conflicto fue un partido de rugby entre la selección nacional de Nueva Zelanda contra la de Sudáfrica. Veinticuatro países africanos se indignaron y protestaron por la autorización de esta justa, a pesar de que Sudáfrica estaba en el congelador por el COI. Metieron presión para cancelar la participación de Nueva Zelanda en Montreal. El COI no se dejó amedrentar y los ignoró. A cambio, otros ocho países africanos y uno americano (Guyana) se sumaron al boicot y decidieron rechazar su participación. El desaparecido Zaire, aunque en desacuerdo con la decisión del COI, desistió de su participación alegando falta de presupuesto. Camerún, Egipto, Marruecos y Túnez participaron los primeros días de los juegos, pero se unieron al boicot y desertaron.
Añadiendo sal a la herida, en Asia se estaba cocinando otro conflicto que involucraba a China y Taiwán, o bien, la República Popular de China y la República de China, respectivamente. Para empezar, China se molestó porque el COI acreditó a ambas Repúblicas y para los chinos, este acto de reconocimiento a Taiwán como República era indignante. Dada la importante relación comercial con China, el gobierno canadiense no quería quedar mal con ellos, así que se retractó y prohibió a Taiwán competir bajo el nombre de «República de China». El COI buscó una intermediación y lograron una concesión sobre el uso de su himno nacional, siempre y cuando paticiparan como Taiwán. Al final, los chinos declinaron porque el COI reconocía a Taiwán como República de China y no cambiaron de opinión; y los taiwaneses boicotearon porque se negaron a ceder a la petición de la República Popular China de ir bajo el nombre de Taiwán. El conflicto se resolvió momentáneamente en 1979, cuando el COI dictaminó que la República Popular de China podría participar bajo el nombre de «China» y Taiwán o República de China, se vería obligada a participar como China Taipéi (Taiwán se retractó cuatro años después). En las olimpiadas de Montreal surgió la leyenda rumana de Nadia Comaneci, cosechando un récord de siete puntuaciones perfectas por primera vez en la historia. De haber asistido, la delegación china de gimnasia sin duda habría pasado un rato difícil.

Cuatro años después, para los JO de Moscú 1980 y en plena Guerra Fría, de nuevo vendría un boicot. En esta ocasión involucrando a los sospechosos comunes: los Estados Unidos y la URSS. Justo en diciembre de 1979, los soviéticos invadieron Afganistán como «apoyo» a la resolución de la guerra civil en el país. Los americanos argumentaron una violación del derecho internacional y tan solo a seis meses de la inauguración, Estados Unidos canceló su participación. La decisión venía cocinándose desde enero de 1980. Jimmy Carter había lanzado un ultimátum exigiendo la retirada en Afganistán de las tropas soviéticas en menos de un mes o de lo contrario, no asistirían a los JO. El expresidente americano sostenía que participar en Moscú sería poner un sello de aprobación a la política exterior de la URSS y exigía un cambio de sede. El presidente del COI respondió: «Solo una Tercera Guerra Mundial puede impedir que Moscú sea la sede». ¿La respuesta de Carter en la última mediación con el COI y la URSS? «O retiran las tropas… o retiro a los atletas». Ni la mascota de la URSS cedió y los americanos se pusieron a amarrar navajas y convencer a otros países de unirse al boicot. En total sesenta y seis países se abstuvieron de participar, de los cuales, unos cincuenta lo hicieron en apoyo a los EUA. China no fue porque en ese momento estaba enemistada con la URSS y Taiwán tampoco porque a última hora no estaban contentos con el arreglito de 1979 a que se llamaran China Taipéi. Otros dieciséis países (entre ellos España, Italia, Australia, Inglaterra, Holanda, Portugal y Suiza), estaban de acuerdo con el boicot y, aunque sí acudieron a participar, lo hicieron con la bandera olímpica de los aros o la de su respectivo comité olímpico. Durante la clausura, al momento de revelar la siguiente sede, los rusos izaron la bandera de la ciudad de Los Angeles en lugar de la de Estados Unidos. Fue el mal presagio de un boicot más.


Llegó el 8 de mayo de 1984 y el gobierno soviético envió un comunicado en el que anunciaba el boicot por parte de la URSS a los JO. ¿La razón? «Los sentimientos chauvinistas y la histeria antisoviética promovida por los EUA». Agregaron preocupaciones por la seguridad de sus atletas. La mayoría de los medios mundiales interpretaron el boicot como una represalia a lo que hicieron los americanos cuatro años antes. En esta ocasión, Ronald Reagan estuvo dispuesto a atender requisitos de seguridad con tal de que participaran. Esto implicaba un cambio de dirección en materia de política exterior por el gobierno estadounidense. No funcionó. Los únicos países de Europa Oriental que asistieron fueron Rumania y la desintegrada Yugoslavia. También se unieron al boicot Mongolia, Vietnam, Laos, Afganistán, Cuba, Yemen del sur, Etiopía, Corea del norte, Angola.

Otros países que boicotearon por otros motivos: Irán (por la interferencia americana en Medio Oriente y Latinoamérica), Alto Volta (como protesta por el apoyo a Sudáfrica de parte de EUA), Libia (por el embargo exportador aplicado por EUA). Al final, Los países involucrados en el boicot organizaron simultáneamente a los JO unas «contraolimpiadas» llamadas Juegos de la Amistad. Paticiparon casi cincuenta países y la ceremonia de inauguración fue desde el estadio Lenin de Moscú, el mismo que usaron para los JO de 1980.

Al final, a la política le gusta meterse donde la paz se anida; como si no supieran que el diablo está en el negocio de la discordia. Tan solo dos semanas después del bombardeo de Hiroshima el 6 de agosto de 1945, Stalin ordenó que se instalara un comité similar al infame Manhattan Project y replicaran una bomba atómica, de ser posible con mayor potencia. Este hecho muy probablemente marcó el inició de la Guerra Fría que duraría cerca de cincuenta años. Algo causó un cambio en el presidente Truman una vez que obtuvo imágenes y un recuento de los estragos causados por las bombas Fat Man y Little Boy en Japón. Existía el plan de arrojar una tercera bomba, pero Truman se apuró a enviar una orden indicando que «effective immediately», ninguna arma de este tipo podía ser empleada sin su expresa autorización. Este fue el precursor de la regulación atómica que rige al mundo en la actualidad.
Se supone que los JO nos deben evocar la hermandad y la armonía entre las naciones. Naciones armadas hasta las cachas. Naciones invasoras e impunes (Rusia en Ucrania, Israel en Palestina, Rusia en Siria, Estados Unidos en Afganistán). Naciones en conflicto interno (Somalia, Nigeria, Sudán, Yemen, Myanmar, todas en guerra actualmente). Si nos adentramos, descubrimos que los deportistas que están conectados a la agenda política de un país beligerante, cumplen serviles o de lo contrario se les acaba el apoyo. ¿Es la hostilidad nacionalista resultado de la propaganda política empujada por un líder y su tribu? ¿Obedecen los boicots olímpicos a un sentir nacional o más bien al del líder político de un país? Por fortuna no han habido más boicots masivos a las olimpiadas, únicamente sanciones por parte del COI. Sin embargo, esta situación prevaleciente con el dopaje ruso, de alguna manera implica que para muchas personas lo importante no es competir, sino ganar. Ya sea dentro o fuera de un domo, en una alberca o un estadio, si no hay liderazgo en medallas, entonces no vale la pena participar. Han llevado las cosas a un punto donde ganar al archienemigo es decisivo, cualquier cosa menor es inadmisible.
No sé si se deba a la ausencia de los rusos en París 2024, pero en mi opinión, estos juegos han sido los primeros en muchos años en que observé a los deportistas divertirse, aún si no obtuvieron los resultados esperados. Me dio mucho gusto ver triunfar al ave fénix de Simone Biles y la subsecuente reverencia a Rebeca Andrade. Los oros consecutivos del nadador francés Leon Marchand. El temple tan gangsta-cool del disparador turco Yusuf Dikec. La plata de nuestros clavadistas mexicanos que en realidad supo a oro. La canción de «Imagine« que detuvo la discusión y alegró el match de voleybol playero entre las brasileñas y las canadienses. Mi favorita, la conmovedora imagen de la gimnasta china que imitó a sus rivales italianas y le dio una mordida a su medalla se quedará en mi corazón para siempre. Aunque el controversial hito del quinto oro consecutivo del luchador cubano Mijain López puede representar el favorecido privilegio de un gobierno totalitario, es también una metáfora de una era ansiosa por terminar. La polémica trans que originó la boxeadora Imane Khelif dejará innumerables lecciones sobre el prejuicio y la intolerancia, nada de ese episodio caerá en suelo inerte.
Ahora entiendo que la palabra «boicot» va más allá de las acciones en pro del obstáculo y la barricada. Se trata de un estado mental compartido. Antes de unirse a uno, es fundamental un autoescrutinio de valores, una consideración profundamente empática hacia los afectados que inadvertidamente se involucra, porque siempre hay daño colateral. Escuchamos la palabra «autoboicot» y pasan desapercibidos los niveles de confabulación personal que involucra. Sí, porque hay tantas fuerzas en un solo individuo, que deben estar todas de acuerdo para entonces proceder a hundirlo voluntariamente, aunque las cosas brillantes también se sacrifiquen en el proceso. Lo que los boicots olímpicos nos han mostrado es que no resultan tan efectivos. A pesar de ellos, pocas cosas han cambiado. Los Juegos de la Amistad no prosperaron y solo se hicieron una vez. El Apartheid fue derrocado, pero no el racismo. Taiwán y China conviven en una tensión inagotable. Los rusos siguen siendo opresores y victimarios de su propia gente. Los americanos se consiguen nuevos enemigos a cada vuelta de calendario. Y los mexicanos seguimos eligiendo la corrupción antes que las guirnaldas triunfales. A la larga, esto del boicot como que no es tan buen negocio entonces, ¿cierto?








